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| Vendedora de vino de palma, de Clara Etso Ugbodaga-Ngu |
Africanas a la Tate
Durante siglos colonizada y explotada (para no hablar del secuestro de personas para esclavizarlas) sobre todo por europeos y estadounidenses, el África ha producido a través del tiempo incontables esculturas y pinturas. Y el nombre de sus autores se ha perdido en su mayoría. A comienzos del XX en París, se comenzaron a apreciar máscaras de ese origen que influyeron en las artes visuales francesas y más allá (se puede detectar a una en Las señoritas de Aviñón, 1907, de Picasso). Poco a poco, las obras de arte africanas empezaron a ingresar en importantes museos. Y en estos días, en una gran galería de Londres, la Tate, se presentan creaciones fechadas entre 1910 y 1990, de 50 artistas nigerianos, mujeres y varones. Entre ellas, figuran -con alabanzas de la crítica- Muraina Dyelanir (además, actriz y baterista) y Clara Etso Ugbodaga-Ngu.
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| Annie Lennox luce una camiseta "feminista global" en su aparición en los Green Carpet Fashion Awards |
Annie Lennox no se calla nada
La gran estrella del pop británico, que acaba de publicar una nueva autobiografía ilustrada, conversó con la periodista Charlotte Crepps, del periódico Independent, sobre temas que le conciernen. Annie Lennox habló del diagnóstico de neurodivergencia que le dieron el año pasado; también sobre la hipersexualización en la industria del pop y el fin del sueño americano para estadounidenses de clase trabajadora. Annie recibió con calma el veredicto médico: “Me desvío por caminos tangenciales, me meto en madrigueras de conejo”, comentó a los 70 con su pelo cortito de siempre, con el que rompió el molde de lo que se esperaba de las figuras femeninas. Aunque ahora reconoce: “En esas fechas, estaba un poco atrasada en materia de feminismo. Pero sí, subvertir la mirada masculina fue mi propósito. Y a la vez, tenía claro que quería actuar como una mujer, que no me consideraran un trozo de carne”. Lennox ha sido, sigue siendo una activista en materia de derechos humanos.
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| La reina llegada de Austria, 1788, por Elisabeth Vigée Le Brun |
La otra María Antonieta
Frívola, infiel al rey, derrochona, supuesta autora de la frase: “Si no tienen pan, que coman brioche” (dicho que, en verdad, figura en Las Confesiones de Jean-Jacques Rousseau, escritas en 1765), la reina María Antonieta fue malquerida en la corte y calumniada por buena parte del pueblo francés. Casada por arreglos de su madre a los 14, por procuración, con el delfín que devendría Luis XVI, a quien no conocía, la chica se encontró al llegar a destino con el rechazo dentro y fuera del castillo, con un marido que ni la tocaba, y un ceremonial que le era por completo ajeno. A los 18, se convierte en soberana, todavía sin descendencia. Pronto circulan panfletos groseros, canciones hostiles; se la acusa de tener amantes, de gastar mucho en trajes y perfumes caros, de llevar peinados extravagantes. En 1778, tiene a su primera hija y ya le tomado el gusto al teatro -para verlo y como actriz aficionada-, a la danza, a la música -toca más de un instrumento-, a los viajes, a la vez que protege a artistas como Elisabeth Vigée Le Brun, que la retrató varias veces, y al gran compositor Christoph Glück. Claro que hubo en las últimas décadas historiadores revisionistas que hasta un punto la reivindicaron, como Antonia Fraser, cuya biografía inspiró el film de Sofia Coppola. Y el 29 de septiembre pasado cerró en Londres una muestra de prendas, cuadros, cartas, instrumentos musicales, porcelanas y otros objetos que la mostraban en todas sus facetas: Marie Antoinette Style.
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| La directora y actriz Angélica Liddell en su espectáculo 'Liebestod'. Foto: Christophe Raynaud de Lage |
Un galardón bien ganado
Angélica Liddell se llevó este año el Premio Nacional de Teatro, luego de unas tres décadas brindando espectáculos altamente polémicos, a menudo protagonizados y dirigidos por ella. Amén de los textos que llevaron a escena cantidad de puestistas e intérpretes en otros países del mundo, libremente porque esta artista no cobra por los derechos de sus obras. Liddell estuvo en Buenos Aires en más de una oportunidad: para el estreno de Todo cuanto hace es viento, y para la presentación, dentro del Festival Internacional, de su espectáculo Yo no soy bonita. El antes citado galardón se lo concedió el Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música, consistente en 30 mil euros. El jurado destacó, entre otros, su espectáculo Dämon. El funeral de Bergman, “que sintetiza una forma de trabajar crítica, que no hace concesiones e invita a la reflexión y el debate”. Liddell abrió el pasado Festival de Teatro de Aviñón con un escándalo al hablar pestes desde el escenario de la -según ella- crítica elitista francesas, con nombres propios. Dicho jurado resaltó la intensa carrera de AL, “definida por un lenguaje de enorme riesgo que la ha confirmado como una referente dentro y fuera de España”.
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| Rachel Ruysch, “Jarrón con flores”, detalle (foto Natasha Seaman/ Hyperallergic) |
Flores, frutas y también insectos
Casi todos los artistas que han pintado flores y frutas han dejado de lado a compañeros tan habituales como los insectos. Menos la holandesa Rachel Ruysch que, allá por la segunda mitad del XVII y primera parte del del XVIII, rescató reiteradamente en sus delicados ramos a estos vecinos, desde abejas y hormigas a polillas y mariposas. Sin descartar, si la ocasión lo ameritaba, a pequeños reptiles visitando a sus rosas y peonías. En la recuperación que están mereciendo en la actualidad pintoras d’altri tempi, relegadas por la historia del arte, hay que nombrar la actual gran muestra de Ruysch, Artista, naturalista y pionera, del Museo de Bellas Artes de Boston, curada por Anna Knaap, que seguirá hasta el 7 de diciembre próximo. Resulta que RR, además de pintar muy bien, era conocedora de flores e insectos (en esta expo se pueden apreciar 36 especies de flores de diferentes países). Hija de un anatomista y botánico, la chica Ruysch aprendió tempranamente a manejar los pinceles y a los 18 ya vendía sus obras. Una vez casada, siguió con sus cuadros de flores y frutas mientras criaba a ¡10 hijos! Y no paró de pintar hasta los 80 y pico.
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| Festival Madeback, Moda circular |
Frenando el derroche en la moda
Una de las maneras de asumir la responsabilidad frente a los daños ambientales que genera la industria de la moda, es la que propone el primer festival de moda circular que se anuncia en el Campus Durando del Politécnico de Milán, convocando a estudiantes, diseñadores, artesanos y ciudadanos en general para que se acerquen y contribuyan activamente. Para achicar las toneladas de desechos de esta industria, las metas de este evento que se realiza en la segunda quincena de octubre, son: reciclar, rehacer, retocar las prendas, darles nueva vida. La idea es promover la reflexión sobre el futuro sostenible del sistema de la moda en todo el planeta, crear el sentimiento de responsabilidad, prolongar al máximo la vida útil de toda suerte de pilchas, a través de talleres, demostraciones, charlas, exposiciones, debates.
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| Escena de War on Waste |
La problemática del impacto de la industria de la moda se viene tratando particularmente en Europa en este siglo, no solo en lo relativo al derroche de desechos de vestimenta sino también en lo tiene que ver con la explotación de personas que trabajan en malas condiciones y recibiendo salarios bajos. Shein ha sido acusada de manipular a influencers para hacer propaganda sin cuestionar el plagio a diseñadores independientes o a los 6 millones de toneladas de dióxido de carbono que produce esa empresa. Cada vez son más las ONG que critican la moda efímera o fast fashion, destinada a usarla y tirarla. Periodistas del programa War on Waste, del medio australiano ABC, armaron una enorme montaña de prendas desechadas en pleno centro de Sydney, con ánimo de concientizar al gran público.
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