Teatro en la Chacarita: Una obra más real que la del mundo

Por María José Eyras


La idea de ir a ver teatro a la Chacarita puede desalentar a más de una. Si añadimos que la obra en cuestión transcurre en corredores tapizados de nichos la mayor parte del tiempo, el desaliento cunde. Sin embargo, aquel sábado, un grupo de amigos tomamos coraje y nos citamos en la puerta del cementerio para asistir a una función de Una obra más real que la del mundo­, que ya va por su quinta temporada.


Creada por la compañía La mujer mutante, ideada por Victoria Roland y Juan Coulasso y dirigida por este último, esta puesta en escena invita a reflexionar: sobre el absurdo moderno de la negación de la muerte –escondida en hospitales y convertida en un acto médico–, sobre el abandono de los rituales de pasaje e, ineludiblemente, alrededor del sentido y la brevedad de la vida.

Es una tarde soleada, hay uno de esos cielos que suele regalar el otoño porteño. Mientras esperamos para entrar, se acerca Juan Coulasso y le preguntamos qué pasaría si durante el recorrido alguien se sintiera mal: “Es posible retirarse sin problema”, nos tranquiliza.

Al rato, un grupo nutrido de espectadores entramos al cementerio. Uno de los protagonistas nos guía por las callecitas flanqueadas de bóvedas. De ahí en más, los integrantes de la compañía se turnarán para hacernos conocer el lugar. Durante el recorrido, que intercala caminatas y pausas en las que se asiste a diferentes monólogos y algún que otro diálogo, es posible apreciar la potente arquitectura de Ítala Fulvia Villa, la mujer que ideó y construyó el Sexto Panteón, entre otras obras.

Una obra más real... Sexto panteón. Crédito Fran Caspi

Un monólogo, a la luz sugerente de una linterna, sucede sobre una de las estructuras móviles que permiten alcanzar los nichos más altos; el cementerio y sus herramientas devienen protagonistas. En otra escena, el recitado está a cargo de la propia Ítala, encarnada por un actor vestido de azul. Los amplios vanos de hormigón, un descanso de la escalera, un ángulo del jardín, sirven de marco a los personajes que nos sorprenden mientras continúa el peregrinaje. Sus apariciones, en contraste con el fondo del edificio fúnebre, resultan impactantes. La música también irrumpe, la magia del teatro nos rodea.

“La vida… es un ratito”, repiten al pasar los distintos personajes. Y lo hacen con una levedad que puede remitir a una de las seis propuestas de Ítalo Calvino para este milenio (ilustrada, justamente, con una escena en otro cementerio) y es una levedad que se agradece. 

Crédito María Sticotti

Hay una viejecita toda de negro, encorvada al extremo, que descubrimos encaramada, repitiendo el gesto de poner una flor, una y otra vez, en el triste florero de en un nicho alto. Volverá a aparecer para interpelar a los espectadores, se revelará conocedora al detalle de quienes trabajan en el lugar, preguntará a algunas personas por su edad y luego, pedirá que se adivine la suya. A cada intento del público responderá: “Más, mucho más”. Hasta que contará que ella vive en el Cementerio y nunca descansa, dando una clara pista de quién es y por qué atribuirle esa obra “más real que la del mundo”.

En esta creación innovadora y potente de La mujer mutante, como una parábola del ciclo vital, la función comienza y termina a cielo abierto, bajo ese mismo azul de Buenos Aires que apreciamos al entrar. Y paradójicamente, o no tanto, dan ganas, muchas ganas de aplaudir esta obra en torno al final ineluctable que nos espera. Una obra a la que llegamos con cierto resquemor, que se despliega entre tumbas, nos informa acerca de la historia de este cementerio, también del de Recoleta y nos muestra, generosamente, el magnífico escenario que, hoy sabemos, existe gracias a una mujer.

Una obra más real... Sexto panteón. Crédito Fran Caspi

El Sexto Panteón

Ítala Fulvia Villa ideó este espacio para resolver el tema de las sepulturas en la década del 50, una época de crecimiento exponencial de la población de Buenos Aires. En esta construcción subterránea, los jardines se intercalan rítmicos y omnipresentes, airean los anchos pasadizos, y como un subrayado, al darles un remate con vista al verdor, hacen presente la vida todo el tiempo. Esta arquitectura monumental, brutalista, desarrollada íntegramente en hormigón, si bien tiene la contundencia de los planos puros del movimiento moderno, está cuajada de texturas ornamentales que la aligeran, crean transparencias, le dan escala humana y evocan religiones y civilizaciones perdidas. El partido elegido permite, además, que el predio a nivel quede liberado, a excepción de los pórticos de acceso, aquí y allá. Así, permite recorrer un paisaje que remeda la llanura, tan característica y cara a nuestra tierra.  Sabemos de los efectos de esa pareja temible que es la agresión del tiempo y la falta de organización y recursos. Ítala Fulvia Villa logró construir, aún frente a esta triste realidad nacional, una estética perdurable.

Un día una arquitecta, blog

La figura de Ítala Fulvia es rescatada del olvido en un artículo de 2015, escrito por Inés Moisset, referente en arquitectura y género y creadora del blog Un día, una arquitecta. Este sitio, fundado en marzo de 2015 por un equipo reunido gracias a su iniciativa, publica la vida y la obra de una arquitecta mujer por día. El objetivo es hacerlas visibles, porque de la investigación y la estadística resulta una conclusión drástica: a pesar de sus cuantiosos aportes, las arquitectas casi no aparecen en publicaciones ni han recibido premios. Incluso, comenta Inés, eran excluidas de las fotos de los equipos de arquitectos varones con quienes trabajaban.

Una obra más real... Sexto panteón. Crédito Fran Caspi

De Ítala Fulvia Villa (1913 – 1991), Moisset destaca: su labor como urbanista e integrante del Grupo Austral, grupo que ejerció gran influencia en la arquitectura moderna; que fue discípula de uno de los primeros urbanistas argentinos, Carlos María Della Paolera; el proyecto y dirección de los Panteones del Cementerio de la Chacarita y del Cementerio de Flores. También, que participó junto a destacados colegas en la organización del Plan Regulador de la Ciudad de Buenos Aires, se desempeñó como docente titular en urbanismo en la Universidad Nacional de La Plata, fue asesora del Concurso Cementerio Parque de Mar del Plata y, en 1979, representante de la Federación Argentina de Mujeres Universitarias.

Bambalinas

Cuando termina la función, el propio Juan Coulasso se acerca a nuestro grupo, lo felicitamos y de pronto, hablando de Ítala, dice: ¡Cómo puede ser que la hayan invisibilizado así! Reconforta su asombro. El relegamiento, este gesto reiterado de mezquindad machista sostenido por siglos de patriarcado, aunque aún falte mucho por hacer, hoy interpela a artistas de nuevas generaciones.

Increíble pero real: Ítala Fulvia Villa, arquitecta de enorme talento en los ´50, artífice del cementerio más popular de la ciudad –el más grandes de América latina y entre los más grandes del mundo–, es, aún hoy, casi desconocida. Una obra más real que la del mundo desentierra su nombre del olvido, logra hacerlo respirar y, merced a su excelencia artística, lo repone justicieramente.

Compañía La mujer mutante. Crédito Lina Etchesuri