Por María José Eyras
Es una tarde soleada, hay uno de esos cielos
que suele regalar el otoño porteño. Mientras esperamos para entrar, se acerca Juan
Coulasso y le preguntamos qué pasaría si durante el recorrido alguien se sintiera
mal: “Es posible retirarse sin problema”, nos tranquiliza.
Al rato, un grupo nutrido de espectadores entramos
al cementerio. Uno de los protagonistas nos guía por las callecitas flanqueadas
de bóvedas. De ahí en más, los integrantes de la compañía se turnarán para
hacernos conocer el lugar. Durante el recorrido, que intercala caminatas y
pausas en las que se asiste a diferentes monólogos y algún que otro diálogo, es
posible apreciar la potente arquitectura de Ítala Fulvia Villa, la mujer que
ideó y construyó el Sexto Panteón, entre otras obras.
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Una obra más real... Sexto panteón. Crédito Fran Caspi |
“La vida… es un ratito”, repiten al pasar los
distintos personajes. Y lo hacen con una levedad que puede remitir a una de las
seis propuestas de Ítalo Calvino para este milenio (ilustrada, justamente, con
una escena en otro cementerio) y es una levedad que se agradece.
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Crédito María Sticotti |
En esta creación innovadora y potente de La mujer mutante, como una
parábola del ciclo vital, la función comienza y termina a cielo abierto, bajo
ese mismo azul de Buenos Aires que apreciamos al entrar. Y paradójicamente, o
no tanto, dan ganas, muchas ganas de aplaudir esta obra en torno al final ineluctable
que nos espera. Una obra a la que llegamos con cierto resquemor, que se
despliega entre tumbas, nos informa acerca de la historia de este cementerio,
también del de Recoleta y nos muestra, generosamente, el magnífico escenario
que, hoy sabemos, existe gracias a una mujer.
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Una obra más real... Sexto panteón. Crédito Fran Caspi |
El Sexto Panteón
Ítala Fulvia Villa ideó este espacio para
resolver el tema de las sepulturas en la década del 50, una época de
crecimiento exponencial de la población de Buenos Aires. En esta construcción subterránea,
los jardines se intercalan rítmicos y omnipresentes, airean los anchos pasadizos,
y como un subrayado, al darles un remate con vista al verdor, hacen presente la
vida todo el tiempo. Esta arquitectura monumental, brutalista, desarrollada
íntegramente en hormigón, si bien tiene la contundencia de los planos puros del
movimiento moderno, está cuajada de texturas ornamentales que la aligeran,
crean transparencias, le dan escala humana y evocan religiones y civilizaciones
perdidas. El partido elegido permite, además, que el predio a nivel quede
liberado, a excepción de los pórticos de acceso, aquí y allá. Así, permite recorrer
un paisaje que remeda la llanura, tan característica y cara a nuestra tierra. Sabemos de los efectos de esa pareja temible
que es la agresión del tiempo y la falta de organización y recursos. Ítala
Fulvia Villa logró construir, aún frente a esta triste realidad nacional, una
estética perdurable.
Un día una
arquitecta, blog
La figura de Ítala Fulvia es rescatada del
olvido en un artículo de
2015, escrito por
Inés Moisset, referente en arquitectura y género y creadora del blog Un día, una
arquitecta.
Este sitio, fundado en marzo de 2015 por un equipo reunido gracias a su
iniciativa, publica la vida y la obra de una arquitecta mujer por día. El
objetivo es hacerlas visibles, porque de la investigación y la estadística
resulta una conclusión drástica: a pesar de sus cuantiosos aportes, las
arquitectas casi no aparecen en publicaciones ni han recibido premios. Incluso,
comenta Inés, eran excluidas de las fotos de los equipos de arquitectos varones
con quienes trabajaban.
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Una obra más real... Sexto panteón. Crédito Fran Caspi |
Bambalinas
Cuando termina la función, el propio Juan
Coulasso se acerca a nuestro grupo, lo felicitamos y de pronto, hablando de
Ítala, dice: ¡Cómo puede ser que la hayan invisibilizado así! Reconforta su
asombro. El relegamiento, este gesto reiterado de mezquindad machista sostenido
por siglos de patriarcado, aunque aún falte mucho por hacer, hoy interpela a artistas
de nuevas generaciones.
Increíble pero real: Ítala Fulvia Villa, arquitecta de enorme talento en los ´50, artífice del cementerio más popular de la ciudad –el más grandes de América latina y entre los más grandes del mundo–, es, aún hoy, casi desconocida. Una obra más real que la del mundo desentierra su nombre del olvido, logra hacerlo respirar y, merced a su excelencia artística, lo repone justicieramente.
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Compañía La mujer mutante. Crédito Lina Etchesuri |