Por Moira Soto
De ella, de Moria, como de la
chispeante Mae West, otra avispada inventora de frases, se diría que siempre ha
sido una personalidad que se impuso por sí misma, que hizo con ligeras
variaciones el mismo personaje toda su vida en el teatro, el cine, las telenovelas;
como conductora de programas de tevé, jurado del Bailando o siendo
entrevistada por periodistas o movileros.
Un raudo repaso a su CV nos
recuerda que ella estuvo en las burdas comedias picarescas del sello Aries (con
títulos que descollaban por zafios, pero que rendían en boletería), además de
participar en revistas junto a capocómicos, según pasaran los años, como Adolfo
Stray, José Marrone, Dringue Farías, Tato Bores, Antonio Gasalla, Alberto Olmedo…;
que en la tele tuvo su Club Privado, sus Tretas de Moria, que la
apodaron Monumental, que fue una impagable Rita Turdero, que
varios políticos se arrimaron A la Cama con Moria (un zarpado late night show en los 80s); que fue Con pecado
concebida, seudo monja en esa insólita novela. Que fundó una playa nudista
en Mar del Plata bautizada Franka, que se dio el gusto de tener su
propio restaurante. Que sobre las tablas, aparte de incontables revistas, como
inspirada comediante estrenó en 1990 -junto a otras cuatro figuras- la
inoxidable obra Brujas, gran suceso que se reestrena cada tanto en este siglo,
con Moria y Nora Cárpena inamovibles.
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Moria Casán y Graciela Dufau en Brujas, dibujadas por Fortín para revista Humor |
“Soy una ajedrecista de la
dialéctica”, “Estas chicas tienen el síndrome de Cenicienta, viven en un mundo
prestado”, “Gente que come mortadela y eructa caviar”, “Este es un país de
cabotaje”, “Soy la hermafrodita del espectáculo”, “Fijate cómo se cuelgan de
mis tetas”, “Te hace falta un chongo shock”, “Si querés llorar, llorá; si
querés reír, reí”, “Yo soy el cotillón, vos, el papel picado”. Voilà algunas
expresiones de la polifacética que ahora está arrasando en el teatro
Metropolitan como protagonista de Cuestión de género (Drôle de Genre),
de la joven dramaturga francesa Jade-Rose Parker -también actriz, novelista y
compositora- que en París protagonizara con mucho éxito Victoria Abril. Casán
encarna a la mujer de un político en campaña que, un mal día, recibe un
diagnóstico de cáncer y se lo cuenta a su marido, que se encrespa: sucede que dicha
enfermedad afecta a la próstata de esa esposa trans que nunca le confió a su
marido que en una vida anterior había sido un varón. Aquí vale recordar -y
recomendar- por libre asociación un gran
film de David Cronenberg, M. Butterfly, 1993, inspirado en una pieza
teatral basada en hechos reales: un francés en la embajada de Francia en China
se enamora perdidamente de una diva de la Ópera de Pekín, sin advertir que se
trata de un espía trans; la relación dura varios años hasta que el francés se
entera de la verdad cuando la cantante es juzgada por espionaje (la pareja de
Jeremy Irons, John Lone, imposiblemente más hermosa).
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Cuestión de género |
En estos días, MC ha pasado del
escenario de la calle Corrientes al de estadio de Vélez, en uno de esos shows
multitudinarios de Lali Espósito, la idolatrada cantante, actriz, compositora,
emprendedora. Una suerte de amiga, hija, nieta de Moria, acaso menos respondona
pero de gran sentido del humor y compartiendo con la autodenominada One una
sincera simpatía por la comunidad LGBT+. Una posición que Lali ha reafirmado en
sus letras, en sus declaraciones, además de dar fe de otro compromiso en 2018:
“Tengo un interés real de ser cada día más feminista, o lo mejor que pueda... Estoy a favor de la interrupción voluntaria
del embarazo”. Ambas artistas dueñas de un carisma popular al parecer
irresistible.
En 2023, Lali, con alborozado
permiso de Moria, incluyo en su disco Lali el tema ¿Quiénes son?,
aludiendo a la frase que MC ha dedicado recurrentemente a los haters,
intercalando su voz en la grabación. En el video del tema se cita el libro
visual Memoria Trans. Y en el mentado recital, Espósito, con la canción
de fondo, recibió a Casán, enfundada en brillos de pies a cabeza, que descendió
majestuosa de una escalera aclamada por 45 mil personas (otra mayoría de
mujeres). Monumental Moria y Diminuta Lali se abrazaron. Moria se achicó, Lali
se agrandó, quedaron de igual a igual mientras se escuchaba: “Placer, placer,
placer, atravesar generaciones”, entre otros modismos casanianos: “Estoy en un
museo y estoy viva”, “Ni un te odio ni un te quiero… Mejor shhh”. Y también un
toque de Tita Merello (con letra del genial Ivo Pelay): “Que si fumo, que si
vivo, que si digo, que si beso…”. Y aquella invaluable admonición al público que
arengaba en ShowMatch: “Que se calle el decorado”.
Y sí, esa Moria Casán que estaba
allí respaldando a Lali Espósito -la cantante pop ahora más cerca del rock a la que no amedrentan presidentes lenguaraces- es básicamente la misma persona a quien
entrevisté hace 42 años, en 1983 para el suplemento La Mujer del diario Tiempo
Argentino (el original), que me recibió con suma cordialidad en su casa. La
misma que confiaba en su inteligencia, la que desbordaba sentido del humor, la
que sabía que la verdadera belleza era una actitud. La que conversaba mimosa con
sus lolas en el escenario, improvisando un festejado monólogo que no firmaba.