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Eileen Myles abraza su árbol preferido en el East River Park de Nueva York. Fotografía de Sara Messinger para el artículo de The New York Times referenciado en el texto principal de esta newsletter. |
Aunque pocos días antes había empezado
a florecer, el último cerezo de Cherry Street, en el Lower East Side de
Manhattan, iba a ser cortado por los operarios de la ciudad. La mañana lluviosa
de primavera en que los trabajadores iban de camino a la tala, varios
activistas lo rodearon y se ataron con cadenas para protegerlo, pero la policía
los arrestó y nada pudieron hacer para detener las motosierras. Entre los
activistas estaba Eileen Myles, persona no binaria que ha
escrito más de veinte libros de poemas, ficción y ensayo, incluyendo la
mítica novela de culto Chelsea Girls.
Este momento quedó inmortalizado
en un artículo escrito por Alex Vadukul y
publicado el 18 de mayo de 2022 en The New York Times, una pieza que incomodó mucho a Eileen
Myles, quien acusó a Vadukul de haber convertido lo que tenía que ser una
crónica sobre la demolición del espacio verde de la ciudad en un perfil sobre
su persona. A pesar de ello, fue gracias a este texto que Maggie Nelson
contactó a Myles.
La lucha por salvar el último cerezo
de Cherry Street es también una lucha por el tiempo. El tiempo del cual es
testimonio ese árbol, que nosotros no hemos vivido. El tiempo que podemos
compartir con él, improductivo y abierto, de ocio y de vida, alejado del tiempo
capitalista y de la lógica económica. El tiempo de comunicación de los árboles
entre ellos, interconectados y solidarios, que generan una verdadera comunidad
silenciosa. Y el tiempo de la literatura, también, tan relacionado con todo
esto.
Para Myles, una de las cosas buenas de la escritura y la lectura es que ambas nos hacen perder el tiempo. Si cuando en su juventud pensaba el proceso de escribir como una forma de estar presente, ahora lo experimenta como una forma de huir del tiempo, el tiempo presente que después te exige la publicación, la promoción, la atención de los demás… ¿Y si los árboles y la literatura comparten esa fuerza de deshacer el tiempo tal y como lo conocemos? Las horas silenciosas cuando uno escribe, el silencio incontestable de un cerezo que ha visto el tiempo pasar: ¿cuál es la diferencia?
En
otra latitud, el vecindario defiende el árbol de Robin Hood
La madrugada del 28 de septiembre de 2023 hacía muchísimo viento en Northumberland, Inglaterra. Fue el viento lo que impidió que los vecinos escucharan cómo alguien talaba uno de los árboles más queridos del mundo: el sicómoro de ciento cincuenta años que crecía junto al Muro de Adriano y que era conocido como el «árbol de Robin Hood». Emblema del noreste de Inglaterra, se lo encontraron cortado al día siguiente: alguien lo había asesinado. Toda la comunidad se reunió en un duelo ante una pérdida inmaterial. Ese árbol era mucho más que un árbol, contenía su historia, su cultura, contenía la verdad del entorno, algo único e incapaz de ser expresado con palabras. ¿Cómo se llora una pérdida así? El jurista y defensor del medio ambiente, Christopher D. Stone, afirmó en Should Trees Have Standing? que los elementos naturales, como los árboles y ríos, deberían tener derechos legales y representación jurídica. ¿Puede que así podamos, después, llorar estos duelos?
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Así lucía el árbol de Robin Hood antes de ser talado |
Del newsletter de Editorial Anagrama,
España, Marzo 2025