Por Lera Sonzogni
NR: este artículo es
parte de una investigación más extensa y profunda, Mujeres omitidas en la Historia del Arte, que fue seleccionada para
el Primer Encuentro de Música y Género de la UNA, donde Lera Sonzogni fue
panelista. Damiselas en Apuros
reproduce algunos extractos de este trabajo, a partir del cual LS creó Noh Máscara, Ritual Disidente de la
Historia del Arte, con improvisaciones vocales compuestas por ella sobre un
poema de Alejandra Pizarnik y fragmentos del cuarteto de cuerdas de Ruth
Crawford.
Las dos primeras
entregas se publicaron en esta revista en números pasados. Allí la autora
advertía que -aun existiendo suficientes trabajos e investigaciones
musicológicas que señalan la omisión, el menosprecio y la apropiación de la
obra de las mujeres artistas-, las instituciones se mantienen en la inercia, al
margen de la bibliografía y musicología feministas. Por ese motivo, además de
analizar el cuadro de situación, compartía historias de algunas compositoras
olvidadas, nacidas en el siglo XIX. En esta nueva y última nota de Omitidas por la Historia del Arte, LS amplía
con vida y obra de damas que hicieron valiosas contribuciones a la música, nacidas
en el siglo XX.
Ruth Crawford Seeger
Ruth Crawford Seeger (Ohio, 1901-1953): Posiblemente RCS
sea la primera compositora occidental en escribir música politonal y en producir
sonoridades altamente disonantes utilizando técnicas serialistas y aplicando
matemática en elementos como el ritmo y la estructura, mucho antes que numerosos
hombres. Fue una compositora y etnomusicóloga estadounidense reconocida tanto
por su originalidad y autenticidad artística como por su labor historiográfica
y educacional. Las obras que Crawford Seeger creó en Chicago entre 1924 y 1929
reflejan la influencia de Alexander Scriabin, Dane Rudhyar y su profesora de
piano Djane Lavoie-Herz. Judith Tick llama a estos años el “primer período de
estilo distintivo” de Ruth, y señala que su música durante esta época “podría
denominarse 'pluralismo postonal'”. Sus composiciones de este primer periodo
estilístico -entre las que se encuentran Cinco
preludios para piano, Sonata para
violín y piano, Suite nº 2 para
cuerdas y piano y Cinco canciones
sobre poemas de Sandburg- están marcadas por una estridente disonancia,
ritmos irregulares y evocaciones de la espiritualidad.
La reputación de Crawford Seeger como
compositora se basa principalmente en sus composiciones neoyorquinas escritas
entre 1930 y 1933, que explotan el contrapunto disonante y las técnicas
seriales americanas. Durante estos años, ella comenzó a incorporar la
politonalidad y los grupos de tonos en sus composiciones. Fue una de las
primeras artistas en extender los procesos seriales a elementos musicales
distintos de la afinación y en desarrollar planes formales basados en
operaciones seriales. Charles Seeger, su esposo, esbozó la metodología de Ruth
para el contrapunto disonante en su tratado Tradition and Experiment in (the New) Music, el cual escribió con
la aportación y ayuda de Crawford durante el verano de 1930. La contribución de
Crawford Seeger al libro fue lo suficientemente importante como para que se
planteara la posibilidad de una coautoría.
Las fuentes de la estética espiritual de
Crawford son la teosofía, la filosofía religiosa oriental, el trascendentalismo
americano del siglo XIX y la tradición imaginativa de Walt Whitman. Así pues,
Crawford se basó en un legado ecléctico de ideas que habían estado vinculadas a
la vida intelectual estadounidense desde principios de siglo. La documentación
de su pensamiento se basa en diarios, poemas y correspondencia inéditos. La
mediación entre el estilo y la idea se discute en términos de la influencia de los
compositores Aleksandr Scriabin, Madame Blavatsky y Dane Rudhyar, y de
procedimientos compositivos específicos como: el gesto referencial local,
expuesto a través de terminología expresiva como “místico”, “velado” y “religioso”;
el programa oculto, en el que se revela que una obra sin título tiene un
contexto extramusical; y la recreación libre e imaginativa del canto sagrado
oriental.
Su Cuarteto
de cuerdas de 1931, especialmente el tercer movimiento, es la obra más
famosa e influyente de Crawford Seeger. La compositora describió el “plan
subyacente” del tercer movimiento como “una heterofonía de dinámicas, una
especie de contrapunto de crescendi y diminuendi. […] La línea melódica crece a
partir de este continuo aumento y disminución; se da, un tono a la vez, a
diferentes instrumentos, y cada nuevo tono melódico se trae en el punto alto en
un crescendo”. Los deslizamientos dinámicos crean la larga melodía que abarca
todo el movimiento y dan forma al arco narrativo.
Priaulx Rainier
Priaulx Rainier (Sudáfrica, 1903–1986): Si bien
vivió la mayor parte de su vida en Europa, el espíritu y los ritmos africanos
de su niñez nunca abandonaron a Priaulx Rainier, e hicieron de sus creaciones
un inenarrable corpus de obra musical. Antes del inicio de la Segunda Guerra
Mundial, PR disfrutó de una beca para estudiar con Nadia Boulanger en París. Fue
una compositora sudafricana-británica conocida por haber creado la primera
pieza atemática (música no basada en temas) de Inglaterra y por haber sido la
cofundadora del St Ives September Festival junto a Michael Tippett. Su primer
trabajo -que tuvo buen recibimiento- fue Three
Greek Epigrams para voces y piano, y su primera obra consagrada fue su String Quartet №1 en C menor, de 1939,
la cual fue interpretada públicamente en el Wigmore Hall en 1944 y grabada por
el Amadeus Quartet en 1949, luego utilizada para el ballet titulado Night Spell por la compañía de José
Limón en los Estados Unidos en 1951 y por la Sadler's Wells Ballet en 1957.
En 1940, el poeta surrealista inglés David
Gascoyne le encomendó la música para su poema Requiem, dedicado a las futuras víctimas de la Segunda Guerra
Mundial (cuestión que contradice al género conmemorativo del réquiem mediante
su consciencia anticipatoria), tarea que la compositora efectuó 15 años
después. En 1956, Peter Pears y Purcell Singer ejecutaron la primera
performance del Requiem para tenor y
coro de Rainier en el prestigioso Aldeburgh Festival of Music and the Arts con
total ovación del público.
En 1961, con motivo de la celebración del
décimo aniversario de Sir Adrian Boult junto a la London Philharmonic
Orchestra, se presentó Phalaphala
(término que refiere a un horno ceremonial africano solamente empleado por el
jefe de la tribu), el primer gran trabajo orquestal de Priaulx, seguido de su
suite Aequora Lunae, una pieza
continuada de siete secciones que aluden a las mareas lunares, dedicada a su
amiga y escultora Barbara Hepworth, a quien le confesó en una carta que “creía
que solo los escultores y los arquitectos entendían su música por completo”.
Durante las décadas del 60 y del 70, el director
general del Departamento de Música de la BBC, William Glock, le comisionó un
número importante de composiciones para ser interpretadas por la London
Symphony Orchestra durante los Proms. El compositor y violinista estadounidense
Yehudi Menuhin también le encomendó la creación de obras instrumentales en
reiteradas ocasiones, y la describió como “una visionaria con una imaginación
musical de un color y variedad increíbles”. Su última obra, Wildlife Celebration, fue comisionada
por Menuhin y escenificada para colaborar con la Durrell Wildlife Conservation
Trust.
Claude Arrieu
Claude Arrieu (París, 1903–1990): En 1932, Claude
Arrieu ganó el Premier Prix de composición francés. En 1949 obtuvo en Venecia
el Primer Premio de Italia por su obra radiofónica Fédéric Général. Fue galardonada también con los premios Ambroise
Thomas, el Lepalle, y el Prix Gouy d'Arsy. Además fue nombrada caballero de la
Légion d'Honneur. Su música pertenece al neoclasicismo parisino. Su trabajo
está compuesto por numerosos conciertos y piezas de cámara. Las obras más
importantes son: Concerto pour piano et
orchestre (1932); La Coquille à
Planètes (1943- 44), obra radiofónica escrita en colaboración con Pierre
Schaeffer; música para el film Les
gosses mènent l'enquête (1947); la ópera Noé (1949); la ópera bufa Cadet-Roussel
(1953); la opereta infantil Le Chapeau à
musique (1953); y Les Amours de Don
Perlimpin et Belise en son jardin (1980), sobre un texto de Federico García
Lorca.
Claude Arrieu se formó como música clásica
desde muy joven. Se interesó especialmente por las obras de Bach y Mozart, y
más tarde, de Igor Stravinsky. Sin embargo, Gabriel Fauré, Claude Debussy y
Maurice Ravel fueron su mayor inspiración. Ingresó en el Conservatorio de París
en 1924. En 1932, recibió el primer premio de composición. A partir de
entonces, Arrieu desarrolló su estilo personal y vanguardista. Se interesó
especialmente por la evolución del lenguaje musical y los distintos medios
técnicos disponibles. En 1935, entra en el Servicio de Programas de la
Radiodifusión Francesa, donde trabaja hasta 1947. Participó en el desarrollo de
una amplia gama de programas, incluida la serie experimental de radio de Pierre
Schaeffer, La Coquille à planètes
(1943–1944). En 1949, ganó el Premio Italia de la RAI por su partitura Frédéric Général.
Escribió música de todos los estilos,
componiendo obras de “música pura”, así como música para el teatro, el cine, la
radio y el music-hall, aportando su propia voz a cada situación, con un gusto
particular por el ritmo y la imaginería. Arrieu compuso conciertos para piano
solista y dos pianos, dos conciertos para violín (1938 y 1949), concierto para
flauta (1946), concierto para trompeta y cuerdas (1965). También escribió la Petite Suite en Cinq Parties (1945), el
Concierto para quinteto de viento y
cuerdas (1962), la Suite
Funambulesque (“Suite del equilibrista”, 1961) y las Variaciones para cuerdas clásicas (1970). Entre sus importantes
composiciones de música de cámara se encuentran el Trío para vientos de madera (1936), la Sonatina para dos violines (1937) y el Cuarteto para clarinete (1964). Su Sonatina para flauta y piano causó una gran impresión en su primera
interpretación radiofónica en 1944 por Jean-Pierre Rampal y H. Means.
Aunque las obras instrumentales de Arrieu
contribuyeron en gran medida a su legado, es la música vocal la que más
distingue su carrera. La voz le inspiró para poner música a muchos poemas, como
los de Joachim du Bellay, Louise Levêque de Vilmorin, Louis Aragon, Jean Cocteau,
Jean Tardieu, Stéphane Mallarmé y Paul Éluard. Entre las partituras
cinematográficas destacan Les Gueux au
Paradis (1946), Crèvecoeur
(1955), Niok l'éléphant (1957), Marchands de Rien (1958), Le Tombeur (1958) y Julie Charles (para televisión, 1974). Pierre
Schaeffer escribe: “Claude Arrieu forma parte de su tiempo en virtud de una
presencia, un instinto de eficacia, una fidelidad audaz. Cualquiera que sea el
medio, conciertos o canciones, música para actos oficiales, conciertos para la
élite o para una multitud de espectadores, entregaba la emoción a través de una
técnica impecable y una vigilancia espiritual, encontrando el camino hacia el
corazón”.
Celia Torrá
Celia Torrá (Argentina, 1884-1962): Fue una
violinista, pianista, compositora, concertista, docente, directora de orquestas
y coros argentina; la primera mujer en usar la batuta en el Teatro Colón. En
1914, la Primera Guerra Mundial -en curso- la obligó a quedarse en Europa y
establecerse en Lyon, Francia. Pese a ello, no se detuvo: decidió dar
conciertos de violín a las víctimas en beneficio de la Cruz Roja. En 1920, se
establece en París para estudiar en la Schola Cantorum con Paul Le Flem y
Vincent d'Indy. Sin embargo, al año siguiente, decide volver a su país y es
entonces cuando trabaja por la difusión musical en el norte argentino a pedido
del Gobierno Nacional a cargo de Hipólito Yrigoyen. Pese a tener una
trayectoria consolidada, continuó sus estudios de composición bajo la guía de
Athos Palma en Buenos Aires. En 1930 fundó y dirigió la Asociación Coral
Argentina, organismo que en 1938 se fusionó con la Asociación Sinfónica
Femenina. Ambas instituciones brindaron más de 200 conciertos que convirtieron
a Celia en una directora de orquesta excepcional. Su trabajo sirvió para
profesionalizar a las mujeres instrumentistas en una época de difícil acceso al
conocimiento musical.
En 1934 compuso Sonata para piano, dando al corpus musical argentino una de las
mejores sonatas de su tipo de nuestro repertorio y se la dedicó a su maestro,
Athos Palma. Tan solo tres años más tarde, crea la Suite Incaica, pieza por la que es reconocida a nivel nacional. En
1952 fundó y dirigió el primer coro de obreros de Argentina, el de la fábrica
Philips. Allí estuvo al frente hasta su muerte.
La consigna este
trabajo fue trabajar sobre las obras artísticas producidas hasta 1950. Menciono
a las siguientes compositoras con la firme intención de despertar el interés
por su obra y con la firme intención de continuar profundizando en este
catálogo en un futuro: Agnes Elisabeth
Lutyens, Grace Williams, Elisabeth Maconchy, Grazyna Bacewicz, Cacilda Borges
Barbosa, Galina Ivanovna Ustvolskaya, Betsy Jolas, Thea Musgrave, Sofía
Gubaidulina, Marta Ptaszynska, Bárbara Benary, Hilary Tann, Nicola LeFanu,
Ginette Bertrand, Maia Ciobanu, Kaija Saariaho, Chen Yi, Judith Weir, Michelle
Boudreau, Beth Anderson, Lydia Ayers, Gabriela Ortiz Torres, Minni Ang, Kim
Huai, Laurie Anderson, Marta Lambertini, Meredith Monk, entre muchas otras
ausentes.