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Portada de Time, con la nueva Secretaria de Trabajo 14.08.1933 |
Por Marta Bueno Saz, para Mujeres con ciencia*
Frances Perkins, primera mujer miembro del
gabinete presidencial de Estados Unidos, fue la impulsora esencial del New
Deal: a ella se le atribuye el desarrollo de políticas para apuntalar la
economía nacional después de la crisis económica más grave del país. Elaboró
una legislación de seguridad social y planificó una política gubernamental para
trabajar con los sindicatos.
«Soy, por encima de
todo, producto de mi abuela»
Fannie
Coralie Perkins (1880-1965) nació en Worcester, Massachusetts. Su madre,
Susan E. Bean, provenía de Bethel, y su padre, Frederick Perkins, de Newcastle,
donde sus antepasados se habían establecido por primera vez en la década de
1750. La familia cultivaba la tierra y también llevaba una fábrica de
ladrillos. En 1882, Frederick Perkins trasladó a su joven familia de Boston a
Worcester, donde abrió un negocio de artículos de papelería que sigue
funcionando en la actualidad. Sin embargo, nunca perdió el contacto con
Newcastle: Fannie pasaba allí los veranos de su infancia con su abuela. Cynthia
Otis Perkins, entonces viuda de unos setenta años, era el centro de la familia,
«una mujer extremadamente sabia», comentó Frances más tarde, reconociendo que
su luz la había guiado durante toda su vida.
De la abuela
Cynthia, la niña Fannie escuchó historias sobre las guerras francesa e
india, cuando los Perkins mantenían una guarnición junto al río para proteger a
la comunidad en caso de problemas. También aprendió sobre la vida antes de la
Guerra de la Independencia. Así, Fannie llegó a la mayoría de edad formada en
los valores de frugalidad, ingenio, tenacidad y autosuficiencia, herencia de
sus antepasados, y con la creencia de que su país, que solo tenía un siglo de
existencia en el momento de su nacimiento, ofrecía oportunidades para todos los
que estaban dispuestos a trabajar. Su vida la llevaría mucho más allá de la
granja de Maine, pero era allí donde volvía año tras año para descansar.
Su familia era
estricta, conservadora y republicana. Fannie y su hermana Ethel, cuatro años
menor que ella, tenían restringidos los amigos y las salidas: las visitarían en
casa y ellas no saldrían más que para asistir a la iglesia
congregacional cercana. Recién cuando Fannie empezó a ir a la escuela, se
encontró con la pobreza. Cuando preguntó a sus padres por qué la gente buena
podía estar en esas condiciones, le dieron la respuesta aceptada en la época:
que la pobreza era el resultado del alcohol y la pereza. Su padre le dijo que
las niñas pequeñas no deberían preocuparse por esas cosas. También le enseñó a
leer a una edad temprana y fomentó su interés por la literatura clásica. Aunque
no era habitual que las mujeres cursaran estudios superiores, siempre se dio
por hecho que Fannie lo haría. La universidad de Mount Holyoke -fundada en
1837- es la institución de educación superior para mujeres más antigua de
Estados Unidos. Por sus aulas pasaron personalidades ilustres como Emily
Dickinson. Su fundadora, Mary Lyon, pionera en educación, creía que las
mujeres debían recibir formación. «La educación les capacitará para hacer el
bien. Lleguen a donde nadie se anime, hagan lo que nadie haría», era una de sus
consignas dedicadas a las jóvenes estudiantes. Allí, Fannie Perkins, conocida
como Perk por sus compañeras de clase, fue aconsejada por
profesores que insistieron en que se matriculara en los cursos más rigurosos.
Fannie se especializó en física, con mención en química y biología. Sin
embargo, fue en su último semestre, en una asignatura de Historia de la
Economía Estadounidense cuando tuvo el impacto más profundo de su vida. El
curso se centró en el crecimiento de la industrialización en Inglaterra y
Estados Unidos. La profesora Soule pidió a sus alumnas que visitaran las
fábricas a lo largo del río Connecticut, en la vecina Holyoke, para observar
las condiciones de trabajo.
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Perkins en 1936 |
Luchando por una
legislación laboral
Cuando Fannie Perkins
terminó sus estudios en Mount Holyoke en 1902, sus padres tenían la intención
de que viviera con ellos en casa y ocupara un puesto de profesora, o tal vez
encontrara trabajo en la iglesia, hasta que apareciera un «buen partido».
Fannie, sin embargo, tenía otras expectativas. Cuando sus esfuerzos por buscar
empleo como trabajadora social no tuvieron éxito, dejó Worcester para ocupar un
puesto de profesora en una escuela de élite para niñas en Illinois. Para
demostrar más claramente su independencia, cambió su nombre y su afiliación
religiosa de la Iglesia Congregacional de sus antepasados. En junio de 1905,
fue confirmada en la Iglesia Episcopal como Frances Perkins. Mientras estuvo en
Chicago, Frances pasó su tiempo libre y sus vacaciones trabajando en dos Settlement
Houses de la ciudad. Es decir, en alojamientos creados en áreas
urbanas pobres en las que actuaban solidariamente voluntarios/as de clase media
para ayudar a reducir las carencias de sus habitantes. Estos asentamientos
ofrecían educación, guarderías, asistencia sanitaria.
En 1907, Frances
aceptó un puesto como secretaria general de la Asociación de Investigación y
Protección de Filadelfia, una nueva organización cuyo objetivo era impedir la
prostitución de niñas inmigrantes recién llegadas. También estudió sociología y
economía en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania e investigó
sobre la desnutrición infantil entre los escolares de Nueva York. En 1910,
Perkins se convirtió en secretaria ejecutiva de la Liga Nacional de
Consumidores de la ciudad de Nueva York. Su trabajo se centró en la necesidad
de normas sanitarias para las panaderías, protección contra incendios para las
fábricas y legislación para limitar la jornada laboral de mujeres y niños en
las fábricas a 54 horas semanales.
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Incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist |
El día que nació el New Deal
El 25 de marzo de 1911, Frances Perkins estaba tomando té con unos
amigos en Washington Square de la ciudad de Nueva York cuando el grupo escuchó
sirenas de coches de bomberos. Al acercarse al lugar del incendio, Frances vio
espantada cómo muchos trabajadores, en su mayoría mujeres jóvenes, saltaban
desde los pisos octavo y noveno del edificio en llamas. Murieron 146 personas
(129 trabajadoras muy jóvenes y 17 trabajadores, hubo 70 heridas). Las mujeres
provenían de Europa del Este, en su mayoría judías, y hacían su labor por
salarios miserables en esa fábrica Triangle Shirtwaist, de camisas de varón.
Ese incendio fue, como proclamó más tarde Perkins, «el día en que nació
el New
Deal» que, entre otros beneficios, generó cambios en materia de
horarios, seguridad y salud. También dio origen al Sindicato Internacional de
Trabajadoras Textiles e inspiró más tarde el Día Internacional de la Mujer.
Como primera respuesta, se estableció un Comité de Seguridad ciudadana
para recomendar prácticas que evitaran una nueva tragedia en las fábricas de la
ciudad, y Frances Perkins fue contratada como secretaria ejecutiva. Ella ya era
una reconocida experta en el campo de la salud y seguridad de los laborales y
asesoró a los legisladores sobre los peligros de la creciente
industrialización. El resultado fue el conjunto de leyes más completo que
regirían la salud y la seguridad. Este punto de inflexión se convirtió en un
modelo para otros estados.
Afrontando los problemas con inteligencia
y decisión
Las elecciones para gobernador de 1918 fueron las primeras en las que
las mujeres de Nueva York tuvieron derecho a votar. Frances Perkins hizo una
dura campaña para captar el voto femenino para Al Smith, su amigo y aliado
durante su trabajo anterior. Poco después de su elección como gobernador, Smith
la nombró para un puesto vacante en la Comisión Industrial. Fue la primera
mujer designada para un puesto administrativo en el gobierno del estado de
Nueva York y, con un salario anual de 8000 dólares, la mujer mejor pagada en un
cargo público en Estados Unidos. El objetivo de Smith era eliminar la
incompetencia y la corrupción en el departamento de trabajo estatal para que
Frances y sus compañeros hicieran cumplir las leyes que había creado la
Comisión de Investigación de Fábricas. Durante los cuatro mandatos de Smith
como gobernador, FP fue su asesora laboral. En su último mandato, la nombró
presidenta de la Comisión Industrial.
En las elecciones de 1928, Nueva York eligió un nuevo gobernador,
Franklin Delano Roosevelt, quien pidió a Frances que siguiera
trabajando para el estado. Ella y Roosevelt buscaban nuevas formas de afrontar
el abrumador aumento de desempleados.
Perkins cuestionó la predicción del entonces presidente Hoover, que
mentía sobre el aumento del empleo y anunciaba el fin de la crisis. Lo
consideró un engaño brutal y despiadado, y convocó una conferencia de prensa
donde anunció que Hoover se equivocaba, ya que las cifras de la Oficina de
Estadísticas Laborales de Nueva York mostraron una disminución constante del
empleo, y se pronosticó que el paro de enero sería el peor en dieciséis años.
El enfrentamiento de Perkins con la Casa Blanca fue noticia de primera plana en
todo el país. A los embustes, ella respondía con evidencia estadística.
Frances siguió en su empeño de mejorar las cosas; su atención se centró
cada vez más en diseñar un programa de seguro de desempleo. Con su apoyo,
Roosevelt se convirtió en el primer funcionario público del país en
comprometerse con el seguro de desempleo. En 1930, envió a Perkins a Inglaterra
para estudiar el sistema británico. En octubre regresó capacitada para una
versión adaptada de ese programa.
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Roosevelt firmando la Ley de Seguridad Social, año 1935. Frances Perkins detrás |
Ella en el gabinete presidencial
Con la elección de Franklin D. Roosevelt como presidente de Estados
Unidos en 1932, terminaron los años de Frances Perkins en el servicio público
en Nueva York. Cuando, en febrero de 1933, el mandatario electo pidió a Frances
Perkins que colaborara en su gabinete como Secretaria de Trabajo, ella le
describió un conjunto de prioridades políticas que quería llevar a cabo a toda
costa: una semana laboral de 40 horas, un salario mínimo, una
compensación por desocupación, la abolición del trabajo infantil, un servicio
federal de empleo revitalizado y una ayuda federal directa a los estados para
el alivio del desempleo y, finalmente, una Seguridad Social y un seguro médico
universal. Le dejó claro a Roosevelt que su acuerdo con estas prioridades era
una condición para que ella se uniera a su gabinete. Roosevelt dijo que lo
respaldaba todo y Frances Perkins se convirtió en la primera mujer del país en
formar parte de un gabinete presidencial.
Desde sus primeros días en el gabinete de Roosevelt, Frances Perkins fue
una firme defensora de programas masivos de obras públicas para que los
desempleados del país volvieran a trabajar. Un mes después de la toma de
posesión del nuevo presidente, el Congreso promulgó una legislación que
establecía el Cuerpo Civil de Conservación, que Roosevelt pidió a Perkins que
implementara. Ella lo convenció para que asignara 3300 millones de dólares para
obras públicas con los fondos de que disponían. Como miembro de la Junta
Especial de Obras Públicas, Perkins se aseguró de que el dinero se gastara en
proyectos socialmente útiles: escuelas, caminos, autopistas, proyectos de
viviendas y oficinas de correos. En 1934, la construcción de obras públicas
empleaba entre 1,5 y 2 millones de personas.
En 1934, Roosevelt nombró a Frances Perkins para encabezar un Comité de
Seguridad Económica, que forjaría el anteproyecto de la Ley de Seguridad
Social. La ley incluía un sistema de pensiones de vejez, compensación por
desempleo, compensación laboral y ayuda a los colectivos más vulnerables. En
1938, el Congreso promulgó la Ley de Normas Laborales Justas, también elaborada
con el apoyo de Perkins, que establecía un salario mínimo y una jornada laboral
máxima, y también prohibía el trabajo infantil.
En el momento de la muerte de Roosevelt en abril de 1945, Frances
Perkins era la Secretaria de Trabajo con más años de servicio en el gabinete,
que sirvió durante toda la presidencia de Roosevelt. Doce años de servicios
altamente innovadores.
Frances había logrado todos menos uno de los puntos de la agenda que
había presentado al presidente: el acceso universal a la atención médica.
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Frances Perkins y Eleanor Roosevelt |
Pensar a lo grande
Antes de dejar el Departamento de Trabajo en junio de 1945, Frances
Perkins, mientras tocaba una gran orquesta, estrechó la mano y agradeció
personalmente a cada uno de los 1800 empleados de ese departamento. Comenzó a
escribir The Roosevelt I Knew,
biografía que fue un éxito de ventas publicada en 1946; asimismo, trabajó como
jefa de la delegación estadounidense ante la Organización Internacional del
Trabajo en París.
Al año siguiente, el siguiente presidente Truman la nombró miembro
de la Comisión de Servicio Civil de Estados Unidos, cargo que ocupó hasta 1953.
Luego inició una nueva carrera de enseñanza, escritura y conferencias públicas,
y finalmente trabajó hasta su muerte como profesora en la nueva Escuela de
Relaciones Industriales de la Universidad de Cornell.
Frances Perkins murió en 1965, a los 85 años. Está enterrada en el
cementerio Glidden en River Road en Newcastle, Maine, a poca distancia de Brick
House, el lugar que siempre consideró su hogar.
FP luchó de forma inteligente, perseverante y valiente por sus ideales
de justicia y bienestar para mujeres y hombres trabajadores, particularmente en
su puesto de secretaria del gabinete presidencial, el equivalente al de una
ministra. Aunque cabe preguntar qué habría sido de Estados Unidos de poder
candidatearse como presidenta, en esos tiempos era impensable que ocupara el
cargo una mujer. Entre las más recientes bíos de esta sobresaliente precursora en
el campo político, vale mencionar Frances
Perkins (1880-1965), firmada por Lisa Thompson, publicada en 2017 en los
Estados Unidos.
*Marta Bueno Saz es licenciada en Física y
Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en
el ámbito de las neurociencias. Este artículo fue originalmente publicado en la
web Mujeres con Ciencia.