Pastillero

Sarah K. Khan, “Tashu” (2021),
impreso en tipografía sobre
papel Wasli con especias, mezclas y esencias

Recetas persas del XVI, versión feminista

Sarah K. Khan, de origen paquistaní, recrea en 10 grabados en papel hecho a mano, expuestos este año en Portland, Estados Unidos -junto a platos, tazas, ollas, jarras y otros utensilios de cocina decorados, más algunos textos en sánscrito-, todo un universo relativo a la preparación y la ingesta de alimentos. La artista partió de El libro de las delicias de Nazir Shah (en la Biblioteca Británica), donde aparece la mujer siempre sirviendo a un sultán que gobernó entre 1469 y 1500. Khan, que ha explorado diversas culturas culinarias, en esta oportunidad encara la persa con ánimo de impulsar la libertad de las mujeres africanas, árabes, turcas y de Asia Central. Sus figuras femeninas se mueven lúdicas, con mucha soltura. Khan trabajó con aceites esenciales, extractos y especias para despertar placeres sensoriales y asimismo exaltar virtudes curativas. “Al reformular el pasado”, se entusiasma Sarah, “intento abrir futuros ilimitados”.


Centro Audiovisual Simone de Beauvoir

Pioneras del video emancipador

En una abarcadora expo dedicada a las luchas del movimiento feminista francés, La Cité des Arts de París ofrece desde los primeros videos de fines de los ’70, hasta los realizados por artistas del XXI. Les Défricheuses se llama la exhibición. Aquellas expresiones pioneras se vieron en el arranque de los ’80, en la inauguración del Centro Audiovisual Simone de Beauvoir, en la rue Maurice-Ripoche. Oportunidad donde se celebró la reapropiación de la historia de las mujeres por ellas mismas. Y en un lugar destacado figuraba un instrumento nuevo, que aún no había sido usado por los varones -salvo Godard-: una cámara de video. Una banda de intrépidas muchachas de la época, autobautizadas Las Insoumuses (sí, con u en vez de i), con la bella y talentosa actriz Delphine Seyrig a la cabeza, irrumpieron decididas a hacer activismo por medio de videos. Las obras de ese grupo, así como otras realizaciones posteriores que dibujan la historia cultural y visual del feminismo galo permanecerán hasta fines de diciembre, con entrada libre.



Rockstar a los 77

A Dolly Parton le perdonamos todo, incluso que tenga un árbol de Navidad en cada cuarto de su espaciosa casa. La adorable diva acaba de sacar un nuevo álbum, Rockstar, con la amable participación de Elton John, Paul McCartney, Debbie Harry, Sting… y siguen los nombres estelares. Laburadora como ella sola, declaró hace poco: “Quiero ser recordada como alguien que se tomó en serio su trabajo, pero no a sí misma”. Y jura que todo el pelo batido y rubio (con una ayudita de la peluquería) que luce actualmente es de ella; en cuanto a su profuso maquillaje, confiesa que ya no duerme con delineador por indicación de su oftalmólogo; pero sí anda pintada de entrecasa, por las dudas alguien llame sorpresivamente a la puerta. Dolly, asimismo gran comediante a sus horas, sigue componiendo country sin parar, dice que las ideas le brotan como la propia pelambre. Aunque nunca se decantó concretamente por un partido, sus fans saben bien las ideas que la cantante defiende: mucho antes de Reese Witherspoon hizo suya la consigna: rubia sí, tarada no. Ella estuvo entre las primeras personas públicas defensoras de la comunidad gay, donó millones para los estudios sobre el sida, la alfabetización infantil y, naturalmente, apoyó el Black Lives Matter. Entre un tema musical y una acción bienhechora, publicó el delicioso y muy ilustrado libro autobiográfico Behind the Seams: My Life in Rhinestones.



Dos parteras debutantes en apuros

El cine francés le ha dedicado reiteradamente un lugar -casi siempre de la mano de directoras- al oficio y la problemática de las parteras. Oficio antiguo que las mujeres siguieron ejerciendo aún cuando fueron apartadas de las altas jerarquías de la medicina oficial. Entre los films más cercanos en el tiempo está Voir le jour (2019), de Marion Laine, con la gran Sandrine Bonnaire; Énorme (2020), de Sophie Letourneur; y ya más en tren de comedia, Sage-Homme (2023), de Jennifer Devoldère, que invierte el papel de la sage-femme (partera) al seguir los pasos de un estudiante -Melvin Boomer, de origen afro- que descubre su vocación cuando no es admitido en la fac de medicina, y se anota en un curso donde es el único chico entre mujeres jóvenes. Más reciente, Sages-Femmes, de Léa Dehne, narra con ritmo vertiginoso, casi de thriller, el cotidiano de dos muchachas que debutan una maternidad con servicio de emergencia. La realizadora se basó en su propia experiencia traumática, lo que la condujo a explorar la situación de esas trabajadoras, subestimadas y mal pagas. La crítica en general le dio buen puntaje a esta cinta que mezcla relato ficcional y fragmentos documentales, dando un emotivo y potente mensaje político-social.


Ballerina Chanel (colección 23-24)

Chatitas, regresando a paso redoblado

Según la autorizada revista Vogue, las ballerinas o chatitas (como se las nombra por estos pagos desde el siglo pasado) están de nuevo en boga por doquier, con o sin la firma de prestigiosos diseñadores: en la calle, en las fiestas, en las pasarelas… y en sitios porno en plan fetichista. Vienen caminando de lejos, del siglo 18, derivadas, claro, de las zapatillas de danza clásica, pero sin punta, y tuvieron su lapso de auge en los ’50, los ’60, portadas -entre otras- por Audrey Hepburn y Brigitte Bardot. Volvieron con cierto ímpetu en el inicio del 21, y ahora resurgen a pleno en el terreno de la moda, valoradas por confortables y elegantes, aliviando los efectos dañinos de los stilettos en la columna vertebral… Es que las chatitas son muy democráticas: las llevan las mujeres de toda edad en los más diversos ámbitos y ocasiones; van bien con los jeans y las lentejuelas; lucen en los desfiles de atuendos y en la publicidad; se adaptan al verano y al invierno; no ocupan lugar en la maleta… ¿Qué calzado da más?



Judi, la mantenida de Willy

La enorme actriz inglesa Judy Dench, creadora de incontables personajes protagónicos y secundarios en el teatro, el cine y la tevé, ha mantenido a lo largo de su historia artística -desde que debutara en el Old Vic como joven enamorada en Romeo y Julieta- una perfecta historia de amor con William Shakespeare que suma 7 décadas. Muy querida en su país, JD firma el libro Shakespeare, el hombre que me paga el alquiler, que acaba de publicarse en edición de lujo, de venta limitada y firmada. El texto remite a los personajes del genio de Avon que ella interpretó, hace una síntesis sabrosa de argumentos, reflexiones y anecdotario vivido. Adora a Lady Macbeth pero considera que el rol más arriesgado de su vida ha sido el de Cleopatra, que actuó junto a Anthony Hopkins. Y comenta que en pandemia volvía a su mente, una y otra vez, la frase de Ricardo III: “Perdí el tiempo, y ahora el tiempo me desperdicia a mí”.



Nan Goldin: ella, la mejor de todas

Con una obra sobresaliente, inseparable de su propia vida, Nan Goldin (1953) encabeza la lista de Art Review Power 100, como el/la artista más influyente del momento. En constante evolución, sus imágenes documentaron siempre, en alto relieve, el aire de cada tiempo que le tocó vivir: droga, prostitución, soledad, movimientos gay y lésbico, violencias diversas, estallido del sida... En todos los casos denotando un gran compromiso personal. En los '70 elabora su saga más conocida, La balada de la dependencia sexual, cientos de diapositivas musicalizadas ya por James Brown, ya por Maria Callas. Su obra habla con sensible elocuencia de gente común, construyendo en su totalidad una suerte de memoria colectiva. Nan Goldin se atrevió a enfrentarse en juicio contra narcos de opioides. Este año se presentó internacionalmente un documental muy elogiado  que la artista protagoniza, bajo la dirección de Laura Poitras, All the Beauty and the Bloodshed.