Por Silvina Quintans
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SV frente a la lista de víctimas del Holocausto |
Hay personas que viven varias vidas. Es el caso de Simone Veil, una mujer cuyo nombre resonó fuerte en estas tierras durante el debate por la ley de aborto. Y no es para menos, Simone fue Ministra de Salud en Francia durante el gobierno de Valéry Giscard D’Estaing, que legalizó el aborto en 1974 con la ley que lleva su apellido: la Ley Veil. Pero aquel hecho fundamental para los derechos de las mujeres es apenas un fragmento de una vida extraordinaria, atravesada por las luchas del siglo XX. Por algo la película que le rinde homenaje se llama Simone, la mujer del siglo o Simone, le voyage du siécle (El viaje del siglo, en su título original).
Existen varios motivos por los cuales el estreno de Simone resulta en estos días oportuno y necesario. En momentos en los que los derechos de las mujeres otra vez son puestos en cuestión, vale la pena recordar el brutal debate que Veil debió enfrentar en el parlamento francés para sancionar la ley que legalizó el aborto. En tiempos de negacionismo, también es indispensable escuchar la voz de esta sobreviviente del Holocausto que luchó por mantener la memoria frente al odio y al silencio. En momentos de guerra, también hay que rescatar su militancia por la paz, la de una mujer que pasó por los campos de concentración nazis donde perdió a casi toda su familia, pero jamás clamó por venganza ni por el uso de la fuerza. Las leyes fueron las únicas armas de esta abogada que decidió, en cambio, apostar por la pacificación de Europa y se convirtió en la primera presidenta del Parlamento Europeo.
La memoria contra el negacionismo
Pero regresemos al principio. La película, que va alternando distintos tramos temporales de la vida de la protagonista, cuenta la historia de Simone Jacob, nacida en Niza en 1927 en el seno de una familia de origen judío acomodada, culta y laica. Las escenas idílicas de los veranos familiares junto al mar en La Ciotat dan cuenta de una infancia feliz, con una madre afectuosa que desde chica la alentó a ser independiente y con un padre arquitecto que creía en la laicidad y en los valores de la república francesa. “Creía que la república nunca nos abandonaría”, cuenta Simone al comienzo de la película.
Pero los valores de la Libertad, Igualdad y Fraternidad caerán aplastados cuando el gobierno francés colaboracionista decida deportar a los judíos a los campos de concentración. Con apenas 16 años Simone, junto a su madre y a su hermana Milou, sufrirán los peores horrores de la guerra en los campos de Auschwitz-Birkenau, Bobrek y Bergen-Belsen. Allí fueron despojadas de todo, incluso de su cabello, y sometidas a tremendas condiciones. Fueron transportadas de un campo a otro a través de las Marchas de la Muerte, en las que los nazis hacían caminar a los prisioneros hasta la extenuación. La madre falleció en cautiverio y las hermanas lograron resistir hasta el final de la guerra, pero Simone llevaría tatuados para siempre en su brazo los números de la aberración nazi. Su padre y su hermano también fueron deportados y Simone tardará décadas en conocer su destino final en Lituania. La tercera de las hermanas, Denise, se había sumado a la Resistencia y logró salvar su vida.
Las escenas de
guerra aparecen dosificadas a lo largo de la película, filmadas en tonos
grisáceos, con luces cegadoras y sonidos secos que colocan al espectador frente
a la barbarie. Cada una de esas escenas da cuerpo a aquella frase que la
protagonista escribe en sus memorias: “Yo
estuve allí y eso sucedió”.
Simone será
guardiana de la memoria hasta el día de su muerte, el 30 de junio de 2017, con
casi 90 años. Al comienzo de la película escribe: “Ahora somos padres, abuelos, incluso bisabuelos, la mayoría de
nosotros ya desapareció, pronto llegará el final para esta generación
condenada. También llegará el tiempo en el que los que nos cuestionaron también
desaparezcan, entonces solo los libros guardarán nuestra memoria, no faltará la
información, pero sí el contacto único, irreemplazable, abrumador, de aquel que
dice: Yo estuve allí y eso sucedió”.
El final de la guerra no terminó con el racismo y la discriminación. Simone luchó contra parte de la sociedad francesa que silenciaba y ocultaba su colaboración con el régimen nazi y contra los grupos negacionistas. La película muestra una escena muy violenta en la que los seguidores del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen la insultan y agreden mientras ella da un discurso y los enfrenta al grito de “¡No les tengo miedo!”.
Luego del traumático paso por los campos de concentración, Simone estudiará abogacía y se dedicará a luchar por la paz, por la justicia y por aliviar el sufrimiento de aquellos sometidos a cualquier clase de opresión. Allí donde haya sufrimiento, donde haya un derecho vulnerado, estará ella con su fuerza militante.
Su lucha por los derechos de las mujeres no será la única: como Alta Funcionaria de la Administración Penitenciaria del Ministerio de Justicia mejorará las condiciones de hombres y mujeres presos en condiciones inhumanas y condenará las torturas a los presos en Argelia; como Ministra de Salud promoverá el uso de anticonceptivos e impulsará la ley del aborto que llevará su nombre, décadas más tarde, también combatirá la discriminación hacia las personas enfermas de SIDA. Simone fue la primera presidenta del Parlamento Europeo entre 1979 y 1982, desde donde tuvo una activa militancia por la paz. Integró el organismo durante décadas y desde allí condenaría también los crímenes de la exYugoslavia.
En 2008 fue la sexta mujer elegida miembro de la Academia Francesa. En uno de los últimos planos de la película se ve la espada que grabaron en su honor con su número de Auschwitz y el lema de la Unión Europea que sintetiza toda su lucha: “Unidos en la diversidad”.
En 2018, un año después de su muerte, se convirtió en la cuarta mujer de la historia que ingresó a la cripta del Panteón en París, donde descansan los personajes más ilustres de Francia.
Lo personal y lo político
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Arenga histórica en defensa del derecho al aborto |
Al término de la guerra, Simone se casa con Antoine Veil, un joven abogado e intelectual que luego ocupará distintos puestos como funcionario. El matrimonio tendrá tres hijos y durará más de seis décadas, hasta la muerte de él, en 2013. La escena de una fiesta a la que asisten ambos poco después de casarse muestra cómo uno de los futuros empleadores de Antoine adoctrina a Simone: “Debes apoyar a tu joven esposo, el mundo de la política exige un gran apoyo de las esposas”.
Simone seguirá el mandato y postergará sus estudios para criar a sus hijos. Pero la educación que le había transmitido su familia estaba lejos de ese rol pasivo, tal como ilustra en la película una escena de su niñez frente al mar, en la que su madre la alienta: “Estudié química pero tuve que dejar para respetar las convenciones, pero tú serás independiente y estudiarás. Las mujeres deben ser independientes y trabajar”. Las ideas de su madre marcarán toda su vida y la impulsarán para obtener el título de abogada y el diploma del Instituto de Estudios Políticos de París. Luego comenzará su carrera como funcionaria en cargos de alta exposición. En la película se retratan las discusiones en las que su esposo le reprochaba sus largas ausencias e interminables jornadas de trabajo. Si en el ámbito doméstico conquistó su derecho a desarrollar su carrera profesional, en el ámbito público también luchó por los derechos de las mujeres.
El debate de la Ley Veil
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Simone en su famoso discurso frente al Congreso |
El discurso de 45 minutos desató una tormenta que duró tres días en los que recibiría toda clase de ataques muy bien retratados en la película. Los argumentos fueron variados: uno de los diputados se preguntaba “¿Debemos aceptar a los trabajadores inmigrantes y sus familias porque los franceses destruyen el fruto de su propia carne y socavan a su propia raza?”. Otro interrumpió la sesión con un ruido acompasado que emulaba el corazón de un feto, y no faltó quien equiparó el aborto con la “eutanasia legal”. También se sumaron quienes atribuyeron el reclamo a un puñado de mujeres homosexuales, o quienes acusaron a la ministra de fomentar la pornografía y el vicio: “para Satán la anticoncepción y el aborto no son más que dos capítulos del mismo libro de la sexualidad”.
Pero lo que Simone jamás había imaginado era que algunos llegarían tan lejos como para comparar el aborto con el nazismo, que ella había padecido en carne propia. “El aborto dejará el doble de muertos que la bomba de Hiroshima”, bramó un diputado, mientras otro comparaba el aborto con los experimentos nazis de tortura y vivisección humana y agregaba “¿Permitirán que los embriones humanos sean quemados en hornos crematorios?”.
La película no solo retrata el debate, sino su impacto sobre una mujer fuerte pero sensible. En la Asamblea soportará estoicamente las agresiones, pero al llegar a su casa, agotada y triste preguntará a su esposo:
- ¿Por qué me agreden así?
- Porque odian lo que representas, responderá él.
Unidos en la diversidad
“Haz el bien. No le desees mal a nadie”, le dice su madre antes de morir enferma y desnutrida en el campo de concentración. Aún en la peor de las circunstancias, su madre le pide que no busque venganza, que haga el bien, que transforme su dolor en militancia para calmar el dolor ajeno. Simone siguió ese mandato al pie de la letra.
“Una vida”, se llama el libro de memorias que escribe a orillas del mar esta mujer que vivió varias vidas y que se despide en la película con palabras que suenan escritas para todas las geografías y todos los tiempos:
“¿Cómo definir la memoria? Ella se distingue de la historia por su aspecto directo y personal (…). Durante dos o tres generaciones memoria e historia están íntimamente ligadas, esa memoria no es solo contemplativa o compuesta de información, no puede ser totalmente objetiva, ya que constituye una forma de conciencia, una forma de identidad. Nos guste o no, seamos concientes o no, somos responsables de aquello que nos unirá mañana de manera colectiva. Estamos hechos de lo que nos precedió y de lo que nos compromete a futuro. (…). A lo largo de mi vida la atención al sufrimiento ajeno fue un imperativo que dictó mi comportamiento a nivel político y personal. Ahora, cuando escucho reevaluaciones del pasado que banalizan la Shoah como algo para poner en perspectiva y confinar a las mazmorras de la historia, me pregunto si nuestra sociedad no está perdiendo el rumbo y confunde todas las luchas, confunde los derechos con los deberes, las mentiras con la verdad y lleva a la juventud por los caminos del odio, del racismo, del antisemitismo y de la xenofobia. Hay muchos falsos profetas hoy en Francia, Europa y el mundo para guiar a los más débiles por esos caminos. Nuestra tarea es frustrarlos”.
Ficha técnica
Simone, la mujer del siglo - Título Original: Simone, le voyage du siècle (2022) 140 minutos. Bélgica- Francia
Director: Olivier
Dahan . Reparto: Elsa Zylberstein,
Rebecca Marder, Élodie Bouchez, Judith Chemla, Olivier Gourmet, Mathieu Spinosi