Por Altea Lorenzo, para Mujeres con Ciencia
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El nombre de Violet R. Cane en el muro de honor del Bletchley Park. Foto cedida por el Archivo de Bletchley Park |
En aquella reunión, ella
representaba al partido laborista local al que pertenecía, y se oponía a la
construcción de una carretera en el centro histórico de la ciudad universitaria
inglesa, donde vivió gran parte de su vida y de la que era una decidida
protectora. Argumentó su oposición como mejor sabía, con datos y análisis,
logrando que esa iniciativa no saliera adelante.
Sus dotes analíticas habían
servido décadas antes de gran ayuda en la sección naval del Bentchley Park
(1942-1945), centro militar donde el gobierno británico ocultó la gran labor
estratégica liderada por el genial Alan Turing -perseguido por su condición de
homosexual en 1952, lo que provocó su presunto suicidio- para descifrar los
mensajes de los nazis. Entre otros muchos nombres de las matemáticas y de la
estadística -algunos reconocidos, muchos olvidados, sobre todo de mujeres-, el
nombre de VRC se incluyó en el muro de honor como codebreaker (descifradora de código) con el signo V de la Victoria
en morse, reservado para profesionales de su nivel. Por aceptar ese trabajo en
Bletchley Park, Cane renunció a un doctorado sobre espacios topológicos
supervisado por el reputado matemático Edward Wrigth, para el que la
Universidad de Aberdeen le había concedido la Robbie Scholarship.
Violet Rosina comenzó sus
estudios de niña en su Londres natal, en el colegio Beckenham County School
(ahora Langley Park School), adonde concurrió con su hermana Iris. Por ese
entonces, la futura descifradora se destacaba especialmente en literatura.
Continuó su formación en Cambridge y, en 1938, se graduó en Matemáticas en el
Newnham College al que seguiría afiliada de por vida (fue elegida fellow del mismo en 1957). En 1939–1940,
asistió al curso dictado por Maurice Bartlett, de Estadística Matemática.
Posteriormente, recibiría un máster en estadística matemática.
Un
brillante recorrido
Su carrera profesional empezó en
Cambridge en 1948, en el puesto de estadística de la Unidad de Psicología
Aplicada del Medical Research Council. En 1960 fue contratada como profesora
universitaria en el reputado Laboratorio Estadístico. Al comprobar que las
oportunidades de promoción eran prácticamente inexistentes para las pocas
mujeres que trabajaban allí, aceptó una
oferta de la Universidad de Manchester en 1971 donde fue la primera catedrática
en estadística (y ciencias). Cuando, desde el periódico The Guardian, le
preguntaron al respecto, ella respondió que esa universidad “estaba un poco
atrasada en cuanto al tema de igualdad”, y que “cada vez más mujeres estudiaban
matemáticas porque resultaba más fácil aplicarlas a otras áreas que, por
ejemplo, una educación en física o química”.
Durante la siguiente década
continuó abriendo puertas a otras mujeres que seguirían su ejemplo en la
facultad. Entre ellas, una de sus estudiantes, Roseanne McNamee -actualmente,
catedrática emérita- a quien, tras acabar su trabajo final de máster sobre
modelos matemáticos de enfermedades infecciosas, animó a continuar con un
doctorado para el que le gestionó financiación. Una vez R.M. doctorada, su
mentora se preocupó por infundirle confianza para que consiguiera un puesto en
el MRC en Cambridge. Roseanne aún recuerda una de las grandes lecciones que le
brindó su extraordinaria musa: «En ocasiones, una solución aproximada a una
ecuación puede ser suficiente para responder una cuestión práctica de
importancia».
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Violet R. Cane posa con sus reputados colegas varones en el Laboratorio de Estadística de la Universidad de Cambridge, 1963 |
La estadística aplicada a temas muy diversos
La sabiduría de V.R.C sobre su especialidad iba desde los fundamentos
teóricos de la estadística clásica, a los más actuales procesos, siempre con
aplicación a multitud de disciplinas: psicología y fisiología humana,
epidemiología, comportamiento animal, entre otras. Por si hacía falta, supo dar
pruebas indiscutibles en su rol como editora de la revista Advances in
Applied Probability y en sus numerosos artículos en otras importantes
revistas. Algunos ejemplos incluyen el uso de modelos semi-Markov para
describir el comportamiento parental de peces, la construcción de nidos de
canarios o el cortejo de las moscas de la fruta, fruto de sus colaboraciones
con Margaret Vince, del Laboratorio Psicológico; Walter Smith, del Laboratorio
Estadístico; y Robert Hinde, del Departamento de Zoología. Con Vince
trabajó también en el modelado de la cría de codorniz como una red neuronal.
Con Richaard Gregory, también psicólogo, publicó en Nature una
teoría estadística sobre los umbrales de visión y los efectos -con la edad- de
dos tipos de ruido, neuronal y retinal. Juntos visitaron a Alan Turing en
Manchester, con quien Cane siguió en contacto después de la guerra. En una
carta que se puede leer en The Turing Archive, Cane le escribió al enorme
matemático para comentarle que, con algunos colegas, querían conocer su opinión
sobre “la posibilidad de construir, al menos teóricamente, una máquina que
simulara el cerebro humano”, un proyecto que no llevarían a cabo finalmente.
Resumió éste, y otros trabajos en psicología, en un artículo que presentó en la
Royal Statical Society en 1956 y que Peter Armitage, especializado en
estadísticas médicas, definió como “la primera introducción oficial a la
psicología experimental en la Sociedad”. En todos sus proyectos Cane tenía como
máxima el sentido común, recuerda su gran amigo y colega John F.C.
Kingman. Ella sospechaba de la progresiva, excesiva dependencia de
los ordenadores en investigación, que, en su opinión, no siempre iba acompañada
de la reflexión requerida para los cálculos.
Fue elegida fellow de la Royal Statistical Society en
1947 y del International Statistical Institute en 1969, y se lució
como una de las miembros fundadores de la Experimental Psychology
Society en 1959. Su trabajo traspasó fronteras: desde los Estados Unidos,
donde presentó, en 1965, en el famoso simposio de estadística en Berkeley (al
que también contribuyó otra estadística británica, Florence N. Davis, que
era ya catedrática en el departamento), hasta Australia donde en 1980 hizo una
extensa visita académica a su colaborador Pat Moran en la Universidad
Nacional de ese país, pasando por la India donde impartió una serie de charlas
para el Instituto de Estadísticas en 1967 (sobre temas muy diversos como
modelos epidémicos y estudios diagnósticos de la leucemia).
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Little St. Mary’s Lane, frente de la antigua casa de Cane, al fondo. Foto de John Sutton |
Independientemente de su
prestigiosa carrera y la multitud de áreas sobre las que investigó y publicó,
siempre encontró tiempo, particularmente, para las estudiantes., que podían
salir de su despacho oliendo a tabaco, pero con las dudas resueltas. En
Manchester todavía rememoran las reuniones informales en su casa para integrar
gente en el departamento universitario. Todos quienes la conocieron coinciden
en alabar su capacidad para transmitir la importancia de una estadística
rigurosa en todas sus aplicaciones, y su gran valía para la investigación
multidisciplinar.
Tras su jubilación en 1981,
volvió a su casita antigua en la bucólica Little St. Mary's Lane, en
su adorado Cambridge, que solía recorrer en bicicleta, o en coche, con su
querido gato suelto en el asiento de atrás. Nunca perdió el contacto con sus
amigas, las Newnham Ladies, y gracias a la economista Ruth
Cohen que la introdujo al partido, hizo de la política su última pasión (sin
olvidar las novelas policiales, su labor de punto y los gatos en general): fue
concejala durante dos mandatos por el partido laborista.
Violet R. Cane murió en 2008 y,
pese a sus importantes contribuciones a la estadística y a la Royal Statistical
Society, no hubo quien le escribiera un obituario en la revista de la Sociedad,
algo que también le sucedió a otras científicas históricas de esa Sociedad: en
agosto de 2021, solo 13 de los 387 obituarios desde 1920 eran de mujeres. Tuve
el honor de hablar sobre Cane con sus estudiantes, colegas de la universidad y
compañeros de partido. Aún mejor, pude plasmar su historia en papel para que sirva
de referente para futuras estadísticas, doctoras o Violetas,
que puedan seguir abriendo puertas.
Agradecimientos
Agradezco la ayuda de los
pacientes archivistas de Bletchley Park, los de las bibliotecas de la
Universidad de Manchester y de Aberdeen, de la secretaria del Laboratorio
Estadístico de la Universidad de Cambridge, la de los compañeros de Cane en el
partido laborista de Cambridge, de su amigo y colega John F.C. Kingman y sus
estudiantes Roseanne McNamee, Ewart Thomas, Rob Gandy y Richard Startup.
Sobre la autora
Altea Lorenzo Arribas es doctora en
estadística, consultora e investigadora en Biomathematics & Statistics
Scotland (BioSS), secretaria del Comité de la Sección de Historia de la
Estadística de la Royal Statistical Society y miembro de la Comisión de Mujeres de la Sociedad de
Estadística e Investigación Operativa.
Este
artículo fue originalmente publicado en Mujeres con ciencia.