Violet Rosina Cane, descifradora de códigos

Por Altea Lorenzo, para Mujeres con Ciencia

El nombre de Violet R. Cane en el muro de honor
del Bletchley Park. Foto cedida por
el Archivo de Bletchley Park

Todavía se recuerda en Cambridge la reacción de Violet Rosina Cane (1916-2008) cuando le espetó a un concejal del ayuntamiento de Cambridge que su título era Professor (catedrática), pero que la podía llamar Violet. Sucedió luego de que él, condescendiente, le preguntara si era señora o señorita. Una respuesta que, en cierta forma, resume su estilo y su trayectoria personal y profesional: independiente, progresista y luchadora.

En aquella reunión, ella representaba al partido laborista local al que pertenecía, y se oponía a la construcción de una carretera en el centro histórico de la ciudad universitaria inglesa, donde vivió gran parte de su vida y de la que era una decidida protectora. Argumentó su oposición como mejor sabía, con datos y análisis, logrando que esa iniciativa no saliera adelante.

Sus dotes analíticas habían servido décadas antes de gran ayuda en la sección naval del Bentchley Park (1942-1945), centro militar donde el gobierno británico ocultó la gran labor estratégica liderada por el genial Alan Turing -perseguido por su condición de homosexual en 1952, lo que provocó su presunto suicidio- para descifrar los mensajes de los nazis. Entre otros muchos nombres de las matemáticas y de la estadística -algunos reconocidos, muchos olvidados, sobre todo de mujeres-, el nombre de VRC se incluyó en el muro de honor como codebreaker (descifradora de código) con el signo V de la Victoria en morse, reservado para profesionales de su nivel. Por aceptar ese trabajo en Bletchley Park, Cane renunció a un doctorado sobre espacios topológicos supervisado por el reputado matemático Edward Wrigth, para el que la Universidad de Aberdeen le había concedido la Robbie Scholarship.

Violet Rosina comenzó sus estudios de niña en su Londres natal, en el colegio Beckenham County School (ahora Langley Park School), adonde concurrió con su hermana Iris. Por ese entonces, la futura descifradora se destacaba especialmente en literatura. Continuó su formación en Cambridge y, en 1938, se graduó en Matemáticas en el Newnham College al que seguiría afiliada de por vida (fue elegida fellow del mismo en 1957). En 1939–1940, asistió al curso dictado por Maurice Bartlett, de Estadística Matemática. Posteriormente, recibiría un máster en estadística matemática.

Un brillante recorrido

Su carrera profesional empezó en Cambridge en 1948, en el puesto de estadística de la Unidad de Psicología Aplicada del Medical Research Council. En 1960 fue contratada como profesora universitaria en el reputado Laboratorio Estadístico. Al comprobar que las oportunidades de promoción eran prácticamente inexistentes para las pocas mujeres que trabajaban allí,  aceptó una oferta de la Universidad de Manchester en 1971 donde fue la primera catedrática en estadística (y ciencias). Cuando, desde el periódico The Guardian, le preguntaron al respecto, ella respondió que esa universidad “estaba un poco atrasada en cuanto al tema de igualdad”, y que “cada vez más mujeres estudiaban matemáticas porque resultaba más fácil aplicarlas a otras áreas que, por ejemplo, una educación en física o química”.

Durante la siguiente década continuó abriendo puertas a otras mujeres que seguirían su ejemplo en la facultad. Entre ellas, una de sus estudiantes, Roseanne McNamee -actualmente, catedrática emérita- a quien, tras acabar su trabajo final de máster sobre modelos matemáticos de enfermedades infecciosas, animó a continuar con un doctorado para el que le gestionó financiación. Una vez R.M. doctorada, su mentora se preocupó por infundirle confianza para que consiguiera un puesto en el MRC en Cambridge. Roseanne aún recuerda una de las grandes lecciones que le brindó su extraordinaria musa: «En ocasiones, una solución aproximada a una ecuación puede ser suficiente para responder una cuestión práctica de importancia».

Violet R. Cane posa con sus reputados colegas varones
en el Laboratorio de Estadística de la Universidad de
Cambridge, 1963

La estadística aplicada a temas muy diversos

La sabiduría de V.R.C sobre su especialidad iba desde los fundamentos teóricos de la estadística clásica, a los más actuales procesos, siempre con aplicación a multitud de disciplinas: psicología y fisiología humana, epidemiología, comportamiento animal, entre otras. Por si hacía falta, supo dar pruebas indiscutibles en su rol como editora de la revista Advances in Applied Probability y en sus numerosos artículos en otras importantes revistas. Algunos ejemplos incluyen el uso de modelos semi-Markov para describir el comportamiento parental de peces, la construcción de nidos de canarios o el cortejo de las moscas de la fruta, fruto de sus colaboraciones con Margaret Vince, del Laboratorio Psicológico; Walter Smith, del Laboratorio Estadístico; y Robert Hinde, del Departamento de Zoología. Con Vince trabajó también en el modelado de la cría de codorniz como una red neuronal. Con Richaard Gregory, también psicólogo, publicó en Nature una teoría estadística sobre los umbrales de visión y los efectos -con la edad- de dos tipos de ruido, neuronal y retinal. Juntos visitaron a Alan Turing en Manchester, con quien Cane siguió en contacto después de la guerra. En una carta que se puede leer en The Turing Archive, Cane le escribió al enorme matemático para comentarle que, con algunos colegas, querían conocer su opinión sobre “la posibilidad de construir, al menos teóricamente, una máquina que simulara el cerebro humano”, un proyecto que no llevarían a cabo finalmente. Resumió éste, y otros trabajos en psicología, en un artículo que presentó en la Royal Statical Society en 1956 y que Peter Armitage, especializado en estadísticas médicas, definió como “la primera introducción oficial a la psicología experimental en la Sociedad”. En todos sus proyectos Cane tenía como máxima el sentido común, recuerda su gran amigo y colega John F.C. Kingman.  Ella sospechaba de la progresiva, excesiva dependencia de los ordenadores en investigación, que, en su opinión, no siempre iba acompañada de la reflexión requerida para los cálculos.

Fue elegida fellow de la Royal Statistical Society en 1947 y del International Statistical Institute  en 1969, y se lució como una de las miembros fundadores de la Experimental Psychology Society en 1959. Su trabajo traspasó fronteras: desde los Estados Unidos, donde presentó, en 1965, en el famoso simposio de estadística en Berkeley (al que también contribuyó otra estadística británica, Florence N. Davis, que era ya catedrática en el departamento), hasta Australia donde en 1980 hizo una extensa visita académica a su colaborador Pat Moran en la Universidad Nacional de ese país, pasando por la India donde impartió una serie de charlas para el Instituto de Estadísticas en 1967 (sobre temas muy diversos como modelos epidémicos y estudios diagnósticos de la leucemia).

Little St. Mary’s Lane, frente de la antigua casa
de Cane, al fondo. Foto de John Sutton

De la innovación científica al compromiso político

Independientemente de su prestigiosa carrera y la multitud de áreas sobre las que investigó y publicó, siempre encontró tiempo, particularmente, para las estudiantes., que podían salir de su despacho oliendo a tabaco, pero con las dudas resueltas. En Manchester todavía rememoran las reuniones informales en su casa para integrar gente en el departamento universitario. Todos quienes la conocieron coinciden en alabar su capacidad para transmitir la importancia de una estadística rigurosa en todas sus aplicaciones, y su gran valía para la investigación multidisciplinar.

Tras su jubilación en 1981, volvió a su casita antigua en la bucólica Little St. Mary's Lane, en su adorado Cambridge, que solía recorrer en bicicleta, o en coche, con su querido gato suelto en el asiento de atrás. Nunca perdió el contacto con sus amigas, las Newnham Ladies, y gracias a la economista Ruth Cohen que la introdujo al partido, hizo de la política su última pasión (sin olvidar las novelas policiales, su labor de punto y los gatos en general): fue concejala durante dos mandatos por el partido laborista.

Violet R. Cane murió en 2008 y, pese a sus importantes contribuciones a la estadística y a la Royal Statistical Society, no hubo quien le escribiera un obituario en la revista de la Sociedad, algo que también le sucedió a otras científicas históricas de esa Sociedad: en agosto de 2021, solo 13 de los 387 obituarios desde 1920 eran de mujeres. Tuve el honor de hablar sobre Cane con sus estudiantes, colegas de la universidad y compañeros de partido. Aún mejor, pude plasmar su historia en papel para que sirva de referente para futuras estadísticas, doctoras o Violetas,  que puedan seguir abriendo puertas.

Agradecimientos

Agradezco la ayuda de los pacientes archivistas de Bletchley Park, los de las bibliotecas de la Universidad de Manchester y de Aberdeen, de la secretaria del Laboratorio Estadístico de la Universidad de Cambridge, la de los compañeros de Cane en el partido laborista de Cambridge, de su amigo y colega John F.C. Kingman y sus estudiantes Roseanne McNamee, Ewart Thomas, Rob Gandy y Richard Startup.

Sobre la autora

Altea Lorenzo Arribas es doctora en estadística, consultora e investigadora en Biomathematics & Statistics Scotland (BioSS), secretaria del Comité de la Sección de Historia de la Estadística de la Royal Statistical Society y miembro de la Comisión de Mujeres de la Sociedad de Estadística e Investigación Operativa.

Este artículo fue originalmente publicado en Mujeres con ciencia.