Valientes, briosas y alegres…

… se titula el prólogo de Viajeras: Historias de aventureras, exploradoras y piratas, libro de la damisela Silvina Quintans, editado recientemente por El Ateneo y reseñado anteriormente por Moira Soto para esta revista. En este capítulo -que reproducimos a continuación con el aval de su autora, estimada habituée de estas páginas virtuales-, la escritora relata la génesis del proyecto, qué la llevó a rescatar los asombrosos periplos de mujeres de distintas épocas, nacionalidades y clases sociales que desafiaron las convenciones de su tiempo para lanzarse a la aventura de recorrer otras geografías y, con ellas, descubrir otras culturas. Asimismo, Damiselas en Apuros comparte el link de “Nellie Bly, la periodista que dio la vuelta al mundo en 72 días”,  otro capítulo de Viajeras, sobre la lanzada dama que, valijita en mano, superó los ochenta días del Phileas Fogg verniano, hazaña conseguida a principios de 1890. Sin más preámbulos, tiene la palabra Silvina Quintans…  

Silvina Quintans

La historia de este libro comenzó en tiempos en los que viajar estaba prohibido. Tiempos de pandemia en los que parecía que nunca más cruzaríamos los estrechos límites del barrio. Tuve que replantearme, entonces, qué haría con la columna radial de viajes de los domingos: ¿cómo iba a sostener el espacio cuando no se podía salir —literalmente— ni a la esquina?, ¿volveríamos a viajar alguna vez?, ¿qué quedaría del mundo cuando la pandemia terminara? En un principio pensé en levantar la columna, pero luego me convencí de que era más necesaria que nunca: los viajes invitaban a la imaginación y a la esperanza en momentos de tristeza y confinamiento.

Durante meses recorrimos el mundo con los oyentes a través de fotos, relatos y hasta suvenires que rescatábamos de los estantes. No tardaron en aparecer libros de todas las épocas, con narraciones que invitaban a explorar horizontes desconocidos. Muchos de estos libros contaban historias de mujeres que habían dejado la seguridad del hogar para desafiar mares, selvas, desiertos y ciudades. Mujeres que recorrían el mundo sobre barcos, trenes, balsas, caballos, mulas, bicicletas, automóviles o simplemente a pie.

Annie Londonderry

El tema fue creciendo hasta que, en el segundo año de la pandemia, cuando aún continuaban las restricciones para viajar, retomé las biografías de viajeras en una serie de artículos para el diario La Nación y en el espacio llamado Mujeres viajeras, por Radio Continental, con Fernando Bravo. Dos de las biografías que aparecen en este libro fueron aportadas por la audiencia del programa, que cada semana alentaba y sumaba nuevos datos.

Durante el ciclo en la radio fuimos compartiendo decenas de historias, de las que elegí solo algunas con la esperanza de escribir otras igualmente fascinantes que seguirán apareciendo. ¿Qué había llevado a estas mujeres a viajar? ¿La curiosidad o la necesidad? ¿Un impulso o un sueño? ¿Qué obstáculos tuvieron que enfrentar? ¿Cómo eludieron el mandato del hogar, el matrimonio y los hijos? Para responder a estas preguntas hubo que profundizar en sus biografías, descubrir de dónde venían, cómo habían sido sus familias de origen y los condicionamientos que las limitaron. Algunas ya habían sido investigadas por académicos y escritores; otras, como Ana Beker, eran prácticamente desconocidas.

Así surgió este libro, uno de los tantos posibles, que solo trata de contar historias y no intenta hacer un relevamiento sistemático de viajeras. Incluye travesías realizadas entre comienzos del siglo XVIII y mediados del siglo XX por mujeres de distintas nacionalidades y clases sociales. Más allá de esta diversidad, mientras escribía fui descubriendo algunos hilos conductores: todas desafiaron las convenciones de su época, conocieron la intimidad de otras culturas y trataron de comprender las diferencias, aunque eso no significa que estuvieran exentas de prejuicios.

Como las viajeras, todos avanzamos a veces a tientas, atravesamos tormentas y tratamos de retener los instantes de belleza. En el confinamiento, como en los viajes, el miedo a lo desconocido nos recordó la fragilidad de la condición humana, por eso es tan importante rescatar estos ejemplos de resiliencia, que invitan a vencer los propios límites.

Valientes, briosas, alegres, tal como las describió Ada Elflein, las viajeras de este libro nos invitan a recordar que la libertad es posible y que los viajes siempre guardarán espacio para el asombro con el que alguna vez descubrimos el mundo. Espero que las voces de las viajeras también convivan con los lectores, que los inspiren, que les despierten la curiosidad y las ganas de conquistar el horizonte.

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