Por Sebastián Spreng
Debe reconocerse que para los tiempos que corren, este
director es una rara avis, un arqueólogo visual que comparte sus
descubrimientos desde enfoques peculiares; un leitmotiv que
aparece en varios de sus documentos es el de compartirnos su viaje filmado por
la ventana del auto hacia donde se dirige, como hilo conductor y separador de
temas, ordenador de ideas, a la postre reflexión de esta suerte de road-movies.
Sus películas atrapan, divierten, apuntan preferentemente al público conocedor
del tema; son valiosas, cada vez más.
El presente emprendimiento está dedicado a tres
artistas de hoy. Por cierto, habría que preguntarle a divas del pasado que
opinan del enfoque que dan a sus carreras estas jóvenes estrellas en plena media
carrera: Ermonela Jaho, Barbara Hannigan y Asmik Gregorian.
Para Schmidt-Garre, las tres son portadoras del Fuego Sagrado,
título del film que empieza y termina con un fragmento prestado de Opera Fanatic: primero una joven
Santuzza y finalmente su intérprete anciana, la soprano Carla Gavazzi
(1913-2008) aportando los típicos sabios consejos. En estilo y enfoque, la
albanesa Ermonela Jaho es la más parecida a las intérpretes de antaño. Cuenta
lo difícil que fue llegar al lugar que ocupa, viniendo de un país
aislado, postergado; también cómo vive cada personaje al punto de poseerla
tanto física como emocionalmente. Entonces qué mejor que Suor Angelica, la sufriente
criatura pucciniana que ha hecho suya en los grandes escenarios líricos.
Precisamente, se asiste a ensayos en la Ópera Nacional de Munich dirigida por
Kiril Petrenko y Lotte de Beer, así como a escenas de Madama Butterfly y La Traviata, otros dos personajes
que van a su temperamento: “Debo encarnarlas y debo sufrir”, declara, mostrando
el doloroso proceso tanto en incorporar cada papel, como en desprenderse de
cada uno de ellos.
En contraste, la canadiense Barbara Hannigan es el
prototipo de la artista multifacética de hoy: cantante y directora, entre otros
rubros, ha sido inspiración de óperas de compositores como Hans Abrahamsen
con The Snow Queen.
Se la ve dirigiendo y cantando al mismo tiempo a Mahler en Gotemburgo con
impactante resultado y en su conmovedora larga relación artística con Reinbert
de Leeuw, en esta oportunidad en obras de Satie y Grisey, durante los últimos
meses de vida del director holandés. Escenas de Pelléas et Mélisande, y otras mostrando su vida cotidiana,
conforman un refrescante retrato de una artista única y diferente.
Tercera y última, casi una recién llegada, es la
meteórica Asmik Grigorian, una de las actrices cantantes más notables
aparecidas en este nuevo siglo. Poseedora de una fuerte personalidad y un
compromiso fervoroso con cada papel que aborda, no teme desintegrarse con las
heroínas que interpreta; obviamente arriesgarse es parte su naturaleza.
Su Salomé en
Salzburgo, que marcó la consagración definitiva de la soprano lituana, realza
este film realizado cuando aún la intrépida Grigorian no era la estrella que es
hoy, lugar al que llegó después de una larga carrera en teatros del área
eslava. Una anterior Iolanta de
Chaicovsky ya daba la pauta de su fenomenal talento que florecerá como Tatiana,
Manon, Rusalka y Jenufa, entre otras tantas.
Los rituales previos a cada función muestran el
carácter y estilo bien diferenciados de cada una, y siempre dentro de un cariz
que sugiere respeto cuando no veneración, el director logra poner en imágenes
el precalentamiento vocal de las cantantes.
La entrega se completa con un recital al piano donde ellas
cantan caballitos de batalla. Recomendado a toda persona fanática del género, mientras
que los curiosos impertinentes no saldrán defraudados.
*FUOCO SACRO, SCHMIDT-JARRE, NAXOS PARSMEDIA DVD 0730099014168
Trailer Fuoco Sacro