Por Marta Bueno Saz, para Mujeres con Ciencia*
Cuando la representación de docentes en las
aulas es diversa y equilibrada se crea un entorno muy favorable para que el
alumnado acceda al conocimiento y a la orientación por parte de personas
adultas con experiencias, formas de hacer y puntos de vista diferentes. Sin
embargo, la presencia de maestras es muy escasa en dos regiones del mundo: en
más de la mitad de los países del África subsahariana y en el suroeste de Asia.
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Crédito Pixabay |
Escasa representación de docentes africanas
Las maestras africanas son más que necesarias:
proporcionan referentes a niñas y a niños, hay datos demostrativos de que con
ellas se reduce la violencia y el acoso sexual, y hay evidencias de que son más
sensibles a las necesidades emocionales de sus alumnos y de sus alumnas.
Entonces, ¿por qué hay tan pocas maestras en África?
En la mayor parte del mundo, la docencia se ha
convertido en una profesión predominantemente femenina. Las mujeres son mayoría
entre los maestros de educación primaria en los países desarrollados (86,7 % en
Europa y América del Norte). Sin embargo, esto no es así en muchas regiones: en
concreto, en el África subsahariana constituyen el 46,7 % de este colectivo
según el Instituto de Estadística de la UNESCO (UIS, 2020). En estos países de
África también van muy por detrás en cifras las niñas que terminan esta etapa
de educación primaria.
Un grupo de investigadoras de la Universidad de
Maryland se propuso estudiar las razones de la escasa presencia de maestras. Se
eligieron cuatro países del África subsahariana: Liberia, Tanzania, Togo y
Uganda. Y se observó que para las
mujeres, las realidades rurales son un impedimento significativo tanto para
acceder a estudios como para permanecer en la carrera docente. Sucede que,
mediante mensajes muy potentes y recurrentes de socialización de género, son
las encargadas de cuidar a sus familias. Por este motivo tienen más
dificultades que los hombres en las duras condiciones de vida de las zonas
rurales, que no tienen ni electricidad ni agua, con un acceso a los servicios
sanitarios muy limitado y con viviendas en condiciones precarias. La falta de baños
y agua potable -en centros escolares de las zonas rurales pero también, en
menor medida, en las escuelas urbanas- es un serio problema para la higiene y
afecta tanto a las niñas como a las docentes.
Por otra parte, muchas maestras (al igual que
otras mujeres en la sociedad africana) se casan jóvenes y cuando se les asigna
un puesto de trabajo, la mayoría ya tiene hijos. El tiempo que pasan fuera de
casa es otro obstáculo añadido. Encontrar una vivienda adecuada es un desafío
para ellas y su familia. Además, cuando las condiciones de las carreteras son
malas y las precipitaciones intensas, desplazarse en coche o en transporte
público lleva mucho tiempo y es costoso.
Si las jóvenes africanas deciden estudiar para
maestras, muchas no pueden conciliar su formación con el cuidado de sus hijos
porque no hay escuelas infantiles próximas a sus centros de capacitación o de
las universidades. Las autoridades educativas tienden a ver a las maestras como
mujeres solteras y sin hijos. A menudo, la situación opuesta prevalece y muchas
encuentran demasiados obstáculos para acceder a los programas de formación.
Otra causa de la subrepresentación de las
maestras en los países subsaharianos analizados es el hecho de que cuando las
economías no ofrecen buenos puestos en otros sectores, los hombres se interesan
en trabajos como la enseñanza, que les ofrecen la posibilidad de ser
funcionarios públicos y les da beneficios como el acceso a un sistema sanitario
seguro, un plan de pensiones y oportunidades de desarrollo profesional. Los
salarios de los maestros son bajos tanto para las mujeres como para los
hombres; sin embargo, éstos pueden complementar este sueldo de forma más fácil
que las mujeres al tener la posibilidad y el tiempo de ofrecer clases
particulares o tutorías pagadas.
La influencia de las
maestras
El desequilibrio de género en la profesión
docente se traslada al rendimiento académico de tres maneras diferentes. En
primer lugar, un profesor del mismo sexo que el alumno puede servir como
referente y reforzar su deseo de aprender. En segundo lugar, el profesor juega
un papel crucial para establecer un clima de igualdad o de discriminación entre
niñas y niños dentro del aula. Y en tercer lugar, las maestras pueden
proporcionar a las niñas entornos de aprendizaje más seguros, evitando posibles
problemas de acoso sexual y violencia de género.
De igual modo, en la investigación mencionada
se observó que las maestras tenían un gran impacto en las escuelas de los
cuatro países estudiados. Debido a los roles atribuidos a mujeres y hombres en
las culturas patriarcales de las cuatro sociedades, es más probable que las
mujeres presten atención a los y las estudiantes, que sean más sensibles a sus
necesidades emocionales, que sean más conscientes de los diferentes tipos de
privaciones materiales y sociales que puedan sufrir sus alumnos/as. Los
beneficios de los servicios de apoyo surgieron en la investigación cuando los
maestros comentaron la comunicación con las niñas en privado y cuando hablaban
de visitarlas en sus casas para comprender las ausencias o cambios en el
comportamiento. Las maestras entrevistadas conocían las condiciones de vida de
las niñas en el hogar y observaron casos de extrema pobreza, embarazos no
deseados, violaciones e incluso abusos por parte de familiares cercanos.
Urgencia de invertir
en docentes
Los nuevos pronósticos publicados en julio de
2021, pasada la pandemia y tras el paro de todo el sistema educativo en África,
revelan que se requiere una mayor inversión en docentes para garantizar que los
niños y jóvenes africanos tengan acceso a una educación de calidad. En el
África subsahariana se necesitan once millones de profesoras y profesores más
para poder ofrecer una educación digna para todos los alumnos. Y para alcanzar
las metas educativas para 2030, la región tendrá que contratar hasta quince millones
de docentes adicionales.
El Equipo Especial Internacional sobre Docentes
para la Educación 2030, perteneciente a la UNESCO, se propone garantizar que
haya suficientes docentes cualificados en el África subsahariana. La última
investigación llevada a cabo por este grupo muestra que, a pesar del progreso
de los últimos cinco años, la contratación de profesorado va muy despacio y
muchos países necesitarán aumentar de manera continua la oferta de plazas de
nuevos docentes.
Entre los países de la región, Malí, Níger,
República Centroafricana y Chad son los que deberán lograr el mayor aumento en
el número de docentes contratados por año en educación primaria (6 por ciento o
más de crecimiento anual). En secundaria se necesita un crecimiento anual aún
mayor: Burundi, Mozambique, Níger, la República Centroafricana, Tanzania y Chad
tienen que llegar a un crecimiento anual superior al 10 por ciento. Puesto que
han aumentado las matrículas en las últimas décadas, no ha quedado más remedio
que contratar a educadores sin cualificar, es decir, sin la capacitación
correspondiente. Los estudios para ser maestro son diferentes en cada país, del
mismo modo que son distintas las etapas académicas en cada sistema educativo
nacional; en algunos países de África hay estudios universitarios de grado de
cuatro años para obtener el título de maestro de primaria; en otros, estudios
terciarios de dos años con uno de ellos de prácticas y en algunas regiones, la
posibilidad de obtener dicha titulación con una ampliación de la secundaria no
obligatoria orientada a la capacitación de docentes. Como dato significativo:
en 2000, el 84 por ciento de los maestros de primaria tenían la formación
requerida, en comparación con el 65 por ciento de los que la habían alcanzado
en 2019.
Por otro lado, en el África subsahariana la
proporción de alumnos por maestro (ratio) ha mejorado recientemente en el nivel
de primaria, pero sigue siendo alta. En promedio, la ratio es de 58 alumnos en
educación primaria, mientras que para la educación secundaria esta relación es
de alrededor de 43 alumnos. Sabemos que cuanto mayor sea la proporción, menor
será el tiempo de docencia personalizada y menor la oferta educativa de
calidad.
Hacen falta recursos para contratar a nuevos
docentes, pero también para retener a los docentes que ya trabajan. Incluso
cuando los países cubren la mayor parte de su gasto en educación, los de bajos
ingresos necesitarán asistencia financiera externa para sustentar los gastos
esenciales no salariales, incluidos los relacionados con la formación, la
educación inicial y continua de los docentes, el acceso a la tecnología y
mejores condiciones de trabajo. Burkina Faso, por ejemplo, tiene una brecha de
financiación de 97 millones de dólares para ofrecer formación docente e
implementar otras intervenciones para el período 2021-2025.
Los datos muestran una gran carga de trabajo y
unos niveles de agotamiento muy altos en el profesorado africano, ya que se les
pide que apoyen a las comunidades y aseguren la continuidad educativa con poca
o ninguna preparación y refuerzo. Los países y la comunidad internacional se
centran en reactivar los sistemas educativos a través de programas de
actualización destinados a cerrar las brechas de aprendizaje, y esto significa
que la preparación de los docentes será fundamental. Pero sin inversiones
adicionales en desarrollo docente, en un seguimiento de calidad y una evaluación
con vocación formativa, es poco probable que estas ambiciones se materialicen.
Recopilar más datos a nivel nacional e
internacional siempre es una buena manera de evidenciar un problema y, a partir
de ahí, mejorar la financiación de la educación y la planificación docente; es
muy importante, desde luego, evaluar la utilización de esas inversiones para
comprobar que producen los resultados previstos.
Si el objetivo es mejorar la calidad general de
la educación sin olvidar la participación de las niñas, contratar a más
maestras puede ayudar a cerrar brechas en varios aspectos, obviamente sin
perjudicar los resultados de los niños (y aquí el masculino no es genérico).
Referencias
- Hygin K
(2022). Parcours professionnels des
femmes dans les systèmes éducatifs au Bénin: Analyse par genre aux cours
primaire et secondaire. Apprendre
- Lee J, Rhee D-E, Rudolf R (2018). Les enseignantes, actrices essentielles de la réussite scolaire des
filles en Afrique francophone. IIEP Learning Portal, UNESCO
- Stromquist NP (2017). Les enseignantes en Afrique. Internationale de l’Education
- Stromquist N,
Klees S, Lin J (eds.) (2017). Women Teachers in Africa.
Challenges and possibilities. Routledge
- UNESCO
(2020). World Teacher’s Day 2020 Fact
Sheet
* Marta Bueno Saz es
licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca.
Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias. El artículo Las maestras africanas como referentes de las niñas
africanas fue originalmente publicado en Mujeres con ciencia.