Pasarán los años y esas niñas tan sabiamente
incentivadas sabrán que para tener bebés de verdad hay que pasar por el altar y
recibir el santo sacramento del matrimonio. También a esta altura, las jóvenes
ya se enteraron, porque juguetes y libros de cuentos adecuados se
lo enseñaron, que parte de su destino como esposas y madres está en la
cocina, claro que sí. De ahí el aviso de Ferrum, de los años ‘50, destinado “A
todas las mujeres que tienen hijas casaderas”, porque a ellas, las
progenitoras, “su experiencia como buenas amas de casa las faculta
—precisamente ahora que sus hijas están pensando en formar un hogar— para
emitir un juicio inequívoco sobre las ventajas que brinda el uso de un buen
enlozado. El Supersmalt Ferrum es práctico, ayuda a cocinar y no altera la
pureza de sus alimentos”.
Una vez conseguido el novio después de una etapa de
casto flirteo, y ya consagrada la unión, llega la hora de la maternidad. Y como
bien decía el anuncio de la revista Cine-Mundial para promocionar la leche
pulverizada Klim, “el mayor regocijo que una madre puede sentir es abrazar a su
propio nene”, siempre y cuando cumpla con todas las responsabilidades que su
rol exige. “Entre los principales factores contribuyentes a la buena salud
figura la abundancia de leche diariamente, al menos un litro por día, para
adquirir huesos fuertes y rectos, vigor y resistencia”. Lo cual, sin duda
alguna, se logra con leche pulverizada Klim, producto gracias al cual “usted
puede contar con leche fresca siempre, tan fresca como a las pocas horas de
ordeñada”. Así, provistas de la suficiente cantidad de latas Klim, las buenas
madres pueden dedicarse tranquilamente a “Poseer y adorar”, tal como indica el
título de tan didáctico aviso.
Y el fundamental detalle que faltaba lo aporta el
manual titulado La suavidad es mujer (Editorial
Aleccionar, 1939), de Poncia Argañaraz: “La femineidad se mide
inexorablemente por el grado de dulzura, modestia, discreción que ellas deben
cultivar desde la tierna infancia. De otro modo, las respondonas,
marisabidillas y emancipadas se convertirán en auténticas mujeres cactus. Y les
será extremadamente arduo conseguir marido que se avenga a semejantes
rispideces”.