Por Reina Roffé
De la serie CLIMAS
Ruptura
Con el café había pedido agua. Primero le supo
a cloro; luego a herrumbre; después a detrito
de tuberías. Se llevó medio terrón de azúcar a la boca y, aun así, no pudo
contrarrestar el sabor amargo y la
fantasía de haber ingerido una poción de bacilos y veneno. Minutos atrás, en esa misma mesa, se había despedido
de él para siempre.
Regocijo de solitarias
El ascensor de su casa era el más pequeño y el
más lento del mundo, exageró, un ascensor para novios que la transportaba a sus
solitarios treinta metros cuadrados. Si hubiera alguien allí, la lámpara
encendida, un plato humeante de comida sobre la mesa, una canción en la radio,
alguna carta. No obstante, veía algo teatral y bello en el hecho de llegar a un
lugar donde nadie te espera y todo guarda el orden en que se lo dejó, un
santuario consagrado al más íntimo y miserable yo.
Fugacidad
Se quitó los zapatos y los abandonó en la sala.
Cuando salió del baño, le pareció que los zapatos ya no tenían la forma de sus
pies, como si ahora los calzara un ser invisible que levantaba los dedos con
infinito dolor. Volvió a ponérselos, estaban fríos; la luz mala teñía el cuero
con ese negro indefinible de los ataúdes. Pensó en las cosas muertas que, en su
momento, respiraron con la tensión de lo más vivo, con la urgencia de la vida,
y que habían desaparecido hasta del recuerdo. Porque en su recuerdo súbito de
la tarde prevalecieron los detalles, una dirección, las circunstancias
colaterales de un episodio que había languidecido en la memoria: no sabía cómo
ni por qué quien vivía en aquella dirección había existido acaso durante
semanas, quizá meses, con su aparato de atributos y sustancias. Y de todo ello
no quedaba ahora nada. En la cama, se arropó más de lo debido. No quería que
llegara el invierno.
Creencias
Su madre confesaba que a cierta edad
tranquiliza tener fe en algo y confiar en ese acto de poder divino, superior al
orden natural y a las fuerzas humanas, que habían fracasado. Por qué se enojaba
en vez de entender. La joven quiso convencerse de que su madre no era una fanática
ignorante: no siempre lo que decimos es lo que pensamos, pero hubiera preferido
que no dijera nada.
De la serie MENUDENCIAS
I
Imberbes científicos de artes y letras esperan,
como Newton, la caída de la legendaria manzana, bajo la sombra de un árbol
frondoso de nuevas tecnologías. ¡Y tiemblan! Son hombrecitos temerosos de
apocalíptica estupidez. Desconocen los principios de la gravitación estética:
renovarse o caer.
II
Sin plataforma ética la realidad es avalancha,
un alud violento. Sin plataforma estética el mundo es acoso, aluvión de
ofertas, detonación “com” en la pantalla, voladura sin alas, pelambre sin
cuerpo, sin objeto, rodará, rodará.
III
¿Qué pido? ¿Y tú me lo preguntas, mientras
clavas la tecla y pinchas en enviar? Tránsito, recomposición, conquista de
otras instancias. ¡Eso! Y nada de reclamos y quejas. Nada de soledad ni dolor autocompasivos.
De admitir, admitamos un oscilar entre la furia y el desconcierto. ¿Desparpajo?,
quizá también, descalabra los límites de la convención. Pero mejor, lucidez,
una forma de sabiduría para entender el mundo y comprenderse.
IV
Un día como hoy es dádiva y alimento para los
que siempre hablan, o peor, escriben del tiempo: por la mañana, lluvia
torrencial; muchas nubes en el cielo al mediodía disipadas rápidamente por un
fuerte viento que todo se lleva por delante; quietud y sol radiante a primera hora
de la tarde; nuevas nubes al atardecer; agua nieve por la noche; tormenta
eléctrica de madrugada. Un día como hoy es fuente, y simiente, de todas las
indecisiones.
V
Recibo noticias. Hoy un ministro, mañana un
banquero, un juez, un narcotraficante, un asesino en el poder. Todo resuena y
desborda, son las voces interactuantes que van perfilando la topografía de una
época violenta y en crisis que no tiene fin.
Cortos y cortísimos es una selección de relatos súbitos de dos series: Climas y Menudencias, de
la narradora y ensayista argentina Reina Roffé, autora de novelas como Monte de Venus, La rompiente, Lorca en
Buenos Aires, y del libro Aves
exóticas. Cinco cuentos con mujeres raras y uno más. También ha publicado,
entre otros numerosos volúmenes, Juan
Rulfo. Las mañas del zorro y Voces
íntimas. Entrevistas con autores latinoamericanos del siglo XX.