Sofía Di Noia & María Eugenia Riccheri: Reto al destino editorial

Por Moira Soto

Poesía
Hace un par de años, dos chicas audaces y emprendedoras pusieron proa a vientos y mareas del ámbito de la publicación de libros y fundaron Hexágono Editoras. Así, en femenino plural, sin ambages y con el logo de un polígono irregular de seis lados que se abre, sí, como un libro. Dos chicas de letras pero novatas en el métier, muy jóvenes, llamadas Sofía Di Noia y María Eugenia Riccheri. De aquí en más, Sofi y Euge.

Ellas venían coqueteando, rondando en torno a la literatura como lectoras, tomando la pluma o estudiando, siempre en zonas afines. Hasta que luego de brindar durante un tiempo servicios editoriales, se les encendió la luz de un deseo compartido, la tuvieron clara: querían hacer la propia, tomar el poder, ser dueñas del destino de una editorial independiente que diera a conocer materiales inéditos.

Euge y Sofi se arremangaron e hicieron -pensaron, escribieron, cortaron, cosieron- un fanzine. Y ya nadie las pudo parar: fueron aprendiendo y realizando sobre la marcha, formaron un equipo armonioso que incluye a la diseñadora Florencia Torres Corbalán, responsable de las estilosas tapas de dos colecciones crecientes de poesía y narrativa que descubren a nuevos/as autores/as. Mientras que la parte de la prensa la cubre Nina Fuggetti.

En un alto de su actividad -ambas cumplen otras tareas paralelas a Hexágono- Sofi y Euge se avienen a la entrevista que sigue.

¿Recuerdan el primer libro que las enamoró en la adolescencia?

Sofi -Hubo dos libros que me marcaron en la adolescencia. Uno, entre los 12 y 13 años, que me llegó a través del colegio porque, cada dos o tres semanas, teníamos que leer un libro y después reseñarlo. Se llama Los ojos del perro siberiano, de Antonio Santa Ana, y narra la historia de un chico que pierde a su hermano por causa del HIV y de qué manera ese duelo repercute en el vínculo con su familia y su perro, con quien podía sentirse él mismo.  Unos pocos años más tarde, mis papás me habían regalado Harry Potter y la piedra filosofal: lo empecé a leer y no me enganché. Pasó un tiempo, lo volví a agarrar y ahí ya no lo pude soltar. Esperaba con mucha ansiedad cada uno de los libros de la saga, buscaba información y recuerdo que con mis amigas de ese momento nos poníamos a charlar sobre lo que cada una iba leyendo cuando llegaba el recreo.

Euge -Al igual que Sofi y que mucha gente de mi generación, mi entrada “formal” en el universo de la lectura fue a través de Harry Potter, cuando tenía 9 años. A partir de ese momento, los libros se transformaron en otra fuente de entretenimiento, saber y diversión que no había experimentado. Luego, durante la adolescencia, incursioné bastante en algunas sagas fantásticas. Pero hubo tres libros que cambiaron esa relación inicial con la literatura y, principalmente, a mí como lectora: Memoria del subsuelo, de Dostoyevski, Tokio Blues, de Murakami y 1984, de Orwell.

¿Cuándo surge en cada una la idea de convertirse en editoras de narrativa y poesía?

Sofi
Sofi -En mi caso, surgió una vez que ya estábamos metidas en Hexágono. Entré a la carrera de Edición pensando que quería hacer algo que tuviera que ver con la literatura, pero no sabía bien qué. No me recibí aún, pero cuando terminé de cursar las materias, Euge me propuso que empezáramos a ofrecer servicios editoriales porque la posibilidad de conseguir trabajo en una editorial la veíamos un poco lejana. En ese momento, me gustaba la idea de ser correctora, pero sentía que me faltaban herramientas. La carrera te prepara para la parte más técnica de la edición, no para la literatura. Cuando empezamos a ofrecer servicios editoriales, y después de haber publicado un fanzine, enfocarnos en editar lo que nos interesara me generaba intriga. Aunque no era una lectora muy asidua de poesía, hoy la siento mucho más cercana en comparación de lo que leía cuando era chica. La narrativa es lo que siempre leí y, pese a que no es lo mismo leer que editar, es uno de los géneros que más interés me despertaba en el momento de decidir qué queríamos editar.

Euge -Creo que siempre tuve la necesidad de armar mi propio proyecto, solo que me llevó mucho tiempo darle forma. Cuando terminé Edición, la expectativa de poder construir una profesión con el diploma bajo el brazo se pinchó. A veces, las circunstancias no ayudan y tenemos que hacer con lo que hay a mano. En ese momento, surgió la idea de abrir un camino propio y tratar de buscar esas oportunidades que todavía no habían aparecido. Al principio, el proyecto arrancó enfocado en ofrecer servicios editoriales, pero eso duró poco. Hay algo muy atractivo en la posibilidad de elegir lo que te interesa publicar y, a partir de ahí, construir tu propia visión de la literatura y, sobre todo, de cómo crees que debería ser una editorial. Esa libertad nos terminó de convencer de dar el salto. Cuando lanzamos el proyecto, recibimos mucho material de poesía que nos impactó, pero también intimidó. Nuestro recorrido como lectoras estaba signado por la narrativa. La poesía era una apuesta diferente, más arriesgada. Por suerte, nos animamos y hoy estamos encantadas con nuestra colección.

¿Con qué desafíos se enfrentaron a partir del momento en que decidieron pasar del proyecto a su realización?  

Euge
Sofi  -Euge propuso ponerle Hexágono Editoras después de haber leído el cuento La biblioteca de Babel, de Borges. Uno de los primeros desafíos fue darnos a conocer: de qué forma presentarnos, en qué lugares. ¿Cómo seguir creciendo si éramos unas completas desconocidas? Quien decidiera mandarnos su manuscrito estaba dando un salto de fe. Lo primero que se nos ocurrió fue poner a prueba nuestros conocimientos y meternos de lleno en el proceso editorial completo. Decidimos entonces armar un fanzine y editarlo. Cuando decimos armar, nos referimos a hacerlo desde cero: concepto, investigación, creación de las piezas… Hasta cortamos y cosimos.

Euge -En retrospectiva, esta experiencia resultó crucial. Por un lado, fue nuestro primer acercamiento real como editorial hacia nuestros lectores. Por el otro, conocimos dos personas supertalentosas: Juan (@blackindianink) y Flor (@dosgalaxias). Juan estuvo a cargo de las ilustraciones del fanzine y Flor, de su diseño. En ese momento no lo sabíamos, pero tiempo después Flor pasaría a ser la tercera pata de Hexágono, la persona que, a través del diseño, puso en papel todo lo que nosotras no podíamos expresar. Como editoras, teniendo en cuenta que intervenimos en cada una de las etapas, cada momento carga su propia tensión: cuando el original entra a imprenta, los tiempos, la difusión… Nadie nos explicó cuál era la forma correcta de hacer cada cosa, así que fuimos aprendiendo a medida que hacíamos.

¿Cómo marcha todo ahora que Hexágono ya es un barco navegando con ustedes al timón?

Sofi -El año pasado, como a tanta gente, la pandemia nos movió las piezas de lugar. A pesar de que hubo retrasos, de que el concepto de cronograma y plazo se suspendió por unos meses; a pesar de la abundante virtualidad, pudimos publicar lo que teníamos pensado, disfrutamos de ver los libros en nuestras manos y, sobre todo, de poder cumplir lo que nos habíamos propuesto. Desde que empezamos, conocimos un montón de personas que recibieron con interés y mucha generosidad cada una de las publicaciones. Y, más importante, está el vínculo con cada autora, cada autor más allá de su libro. El placer de haber podido trabajar a la par, de publicar y de formar parte de sus vidas.

Euge -Tener una editorial independiente, por lo menos en nuestro caso, implica gran dedicación, esfuerzo y, sobre todo, pasión. Cada una tiene paralelamente un trabajo full time, pero Hexágono es algo que hacemos por puro placer aunque, como todo emprendimiento, a veces nos haga sufrir...

¿Hasta qué punto y de qué modo  incide el hecho de ser mujeres en todo el proceso? ¿Consideran que hay un enfoque de mujer en las decisiones?

Sofi -Casi sin pensarlo el hecho de ser mujeres influyó en el momento de elegir con quiénes queríamos trabajar dentro de Hexágono. Convocamos a Flor, la diseñadora; y hace unos meses, conocimos a Nina, que está en la parte de prensa. Sentimos que ser un equipo de mujeres aporta otra mirada y otro enfoque que se ven reflejados en ambas colecciones.  A la hora de plantear y elegir los diseños, tratamos de manejarnos con bastante libertad y no guiarnos por preconceptos sobre lo que tradicionalmente se considera “femenino” o  “masculino”, construyendo una identidad propia que nos refleje. Hay una sensibilidad especial que se pone en juego y un sentido de compañerismo que excede las tareas diarias. Es muy lindo haber podido conformar un equipo así.

Narrativa
Euge -Decidimos no publicar solamente mujeres porque lo que convoca a este proyecto es realizar un recorte específico de la literatura contemporánea argentina y, sobre todo, de las nuevas voces que surgen en ese contexto.

Ambas tienen la experiencia de la escritura, ¿cuánto les aporta en el oficio de editoras?

Sofi -Ambas hemos tenido distintos acercamientos a la escritura. En mi caso, la escritura sí estuvo muy presente cuando era chica porque escribía pequeños relatos y alguna vez he pensado ser escritora, pero de grande esa idea la fui perdiendo. Aun así considero que es una herramienta que suma mucho a la hora de editar, pero no creo que sea la única o un requisito ineludible tener que escribir para poder acercarse a un manuscrito. Durante este tiempo me di cuenta que tenemos que dejar un poco de lado gustos personales, ver cómo se alinean los libros entre sí, qué funciona y qué no.

Euge -Por mi parte, decidí comenzar la Licenciatura en Artes de la Escritura enfocada en comprender las dinámicas de taller, lo que se pone en juego detrás de cada producción escrita y, obvio, el ejercicio de escritura. A nuestro entender, lo más importante es que seamos lectoras, que tratemos de conocer distintas formas de narrar, ser curiosas sobre lo que está pasando y sobre esas voces que todavía no conocemos. Leer es indispensable para editar. Y, lógicamente, para escribir.

¿Qué deseos y proyectos vislumbran a futuro?

Sofi y Euge -Primero y principal seguir editando y publicando. Aún no sabemos cómo seguirá la pandemia, pero para este 2021 tenemos planeadas dos publicaciones de poesía y una más de narrativa, además del libro de Josefina Arcioni, Una ciudad otra. En un plan más cercano, nos gustaría volver a las ferias y que los libros puedan seguir su recorrido, que las autoras y los autores logren el reconocimiento que se merecen, que se les dé más espacio a quienes lanzan sus primeras publicaciones.