Por Reina Roffé
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Agustina Roca. Crédito Celina Tolosa |
Viajera imparable y curiosa, Agustina Roca busca tierras de aprendizaje en las que sea posible realizar la travesía siempre fascinante de la lectura, el descubrimiento de nuevos autores y autoras, de voces poéticas -a veces cautivas-, que formen ese telar donde se hila una trama sutil, incardinada en lo vital y bello, para darlas a conocer. Escritora, periodista y traductora, tiene en su haber varios libros de poesía: Rituales (1981), El ojo del llano (1987), Sonámbulas (XXXI Premio de Poesía Vila de Martorell, 2007), Balada para mi madre, (Premio de Poesía María Zambrano, 2009), El escenario (XI Premio Internacional de Poesía León Felipe, 2013). Nació en Buenos Aires, ciudad a la que ha regresado después de vivir muchos años en España y, anteriormente, en Brasil. Allí, en Río de Janeiro, se instaló durante más de un lustro. Período en el que se interesó por la cultura y la literatura brasileñas, a las que le dedicó varios trabajos y su más reciente libro: Tejer & destejer. Una compilación de siete poetas contemporáneas del Brasil. Edición bilingüe publicada por la editorial argentina Bajo La Luna en septiembre de 2020, cuya selección y traducción al castellano le pertenecen. Volumen que lleva un revelador prólogo de la investigadora y ensayista Susana Scramim y da cuenta de la incesante labor de Agustina Roca en el deseo de aproximar al lector en castellano el quehacer de siete mujeres que componen una muestra relevante de poéticas en lengua portuguesa.
Tengo la impresión de que la literatura brasileña no es tan conocida como otras, tal vez porque se traduce menos. Si es así, ¿a qué se debe?
- Es un interrogante que me estoy cuestionando desde que empecé a conectar con la poesía, la narrativa del Brasil, en la década del 70. Una puede elucubrar miles de teorías que deriven en respuestas parciales, no en su totalidad. Desde una fugaz observación podría decirse que la lengua portuguesa se habla menos que la española en nuestro continente, aunque el problema es más profundo e injusto, creo. En un reportaje que le hice a la escritora Nélida Piñón en 1987, hablando sobre este desconocimiento de la literatura de su país, dijo: “Un país que cuenta con un Machado de Assis en su plantel, es un país que merece examen, estudio, respeto, somos sucesores de grandes nombres, de ahí nuestra responsabilidad. La lengua portuguesa sufrió inmensas restricciones, eso impidió e impide que grandes escritores lleguen a los centros de poder. También influye que el escritor brasileño no tiene aquella vocación de exilio que tienen los autores hispanoparlantes, muchos se radican en Europa. A los brasileños nos han educado en que Brasil es el país del futuro, entonces, ¿quién podría desear abandonar el futuro?”
¿Cuándo comenzó tu interés por esta literatura?
- Desde joven he trabajado con narrativas y poéticas brasileñas, sobre todo del siglo XX. Viví entre el 1978 y 1984 en Brasil. Descubrí un país fascinante literariamente hablando. Amo entrañablemente esa tierra, cada vez que puedo, regreso, creo que nunca lo dejé del todo, es mi morada. Mencioné a Nélida Piñón porque ella es una gran divulgadora de las letras brasileñas, sobre todo en aquellos años de los 80 en que el desconocimiento era mayor, no solo en Argentina, también en España o México. Por aquel tiempo la autora me presentó a poetas, ensayistas, narradores para entrevistar y traducir. Recuerdo que en la Argentina teníamos algunas traducciones de Clarice Lispector por Haydée Jofré Barroso en Sudamericana -Lazos de Familia, Una manzana en la oscuridad, Agua Viva- y La araña en Corregidor. Desde Venezuela, nos llegó La Pasión según GH traducida por el poeta argentino García Gayo en Monte Ávila. A Guimarães Rosa y su inmenso Gran Sertón:Veredas lo leímos por Seix Barral en esa traducción del poeta español Ángel Crespo. De Machado de Assis nos llegaron desde México Memorias póstumas de Blas Cubas y Academias de Siam por el F.C.E. La poeta Ida Vitale tradujo para Emecé Fundador de Nélida Piñón, y descubrimos a Lygia Fagundes Telles por Las Meninas, traducida por Estela dos Santos en Sudamericana. Hago este paneo, quizá poco seductor, pues se asemeja al índice de un libro, para destacar, Reina, que los libros traducidos del Brasil en los 60/70 eran pequeñas perlas que aparecían con cuentagotas, también como un homenaje a aquellos traductores que pocos recuerdan, a esos editores y a los difusores que hacían verdaderas quijotadas para lograrlo.
¿Y de su lírica qué se tradujo?
- De los años 70, en poesía, le debemos mucho a Santiago Kovadloff: él había estudiado en Brasil y, cuando se sabía poco de las poéticas de allá, salvo algunos nombres o poemas sueltos, sacó una seguidilla de antologías en Calicanto Editorial. Así salieron esos pequeños libros de colores, bellos, modernos, donde escribía los estudios introductorios, las notas, seleccionaba los poemas y compartía las traducciones con Estela dos Santos y Rodolfo Alonso. Descubrimos a Meireles, Murilo Mendes, Drummond, Bandeira, Quintana. También publicó dos antologías donde escribió un estudio sobre las poéticas brasileñas del siglo XX, una llegaba hasta Ferreira Gullar y en la otra incluyó a varios que estaban publicando en los 50, entre ellos Olga Savary, Renata Pallotini y Katia Bento. Había una antología de Vínicius en Ediciones de la Flor y otra de Drummond en Editorial Losada y poco más.
Ya que nos hemos puesto a hacer un poco de historia, creo que es bueno este paneo, ¿qué recordás de lo que se hizo y se publicó a partir de los ochenta?
- En la década del 80 se abrió la cátedra de literatura brasileña y
portuguesa en la U.B.A., eso fue la punta del iceberg para romper el desconocimiento
entre ambos países, tan cercanos y a la vez tan lejanos. El primer profesor titular
fue Wagner Novães, quien dirigía también el Centro de Estudios Brasileiros
de la calle Esmeralda, un hombre interesadísimo en la divulgación de la
literatura de su tierra, trabajé mucho con él en ambos espacios traduciendo y
presentando a las poetas nacidas en los 30, 40 que venían a Buenos Aires. En el
2001 la Editorial Corregidor, que siempre le ha dado un lugar destacado a la
literatura latinoamericana, abrió una colección, Vereda Brasil, dirigida
por Florencia Garramuño, Gonzalo Aguilar y la brasileña M. Antonieta Pereira,
dedicada a publicar a los autores clásicos y contemporáneos. Recuerdo que
estrenaron con Estudios antropófagos, de Oswald de Andrade. Su origen se
basó en llenar un vacío en el mercado editorial en lengua española y también
atender a la demanda académica de los estudiantes de las cátedras de literatura
brasileña y latinoamericana. En el 2003 se publicó la antología Puentes/Pontes,
una inmensa recopilación bilingüe de poesía brasileña y argentina coordinada
por Teresa Arijón, con estudios introductorios de Heloísa Buarque de Holanda y
Jorge Monteleone respectivamente. Esta antología editada por el Fondo de
Cultura Económica es, valga la redundancia, un excelente puente para el intercambio
de las poéticas de ambos países.Claudia Roquette-Pinto
¿Desde entonces hasta ahora se ha seguido avanzando?
- Si comparamos esas décadas, de mucho esfuerzo en su divulgación, con lo que se publica hoy en el mercado argentino, podríamos decir que hemos avanzado, hay mayor voluntad de acercamiento sobre todo desde las editoriales independientes -Eterna Cadencia, Corregidor, Cuenco de Plata, Adriana Hidalgo, Bajo la luna, Beatriz Viterbo, tsé-tsé en su momento, Leviatán, colección Nomadismos de editorial Mansalva, entre otras-. Pero lo cierto es que aún no se lee literatura brasileña con la misma intensidad con que se escucha su música, por ejemplo. Hay un interés por ciertos autores, aunque los lectores aún no se vuelcan a la literatura del país vecino con la misma pasión que lo hacen, por ejemplo, con la norteamericana o francesa.
¿Tu antología Tejer & destejer viene a cubrir un vacío?
- Esta pregunta estaría ligada al paneo anterior que hice sobre las
dificultades que atraviesan los autores brasileños para llegar a otras lenguas.
Respondiendo a lo tuyo y pensando en las poetas más jóvenes, sí. Debo reconocer
que los editores varones, salvo varias excepciones de los más jóvenes en la
actualidad o de editoriales independientes, si deciden hacer una antología van
a incluir, como siempre, más hombres en su listado. A pesar del contacto
constante que tengo con la poesía de Brasil, confieso que hasta el 2013 mi
conocimiento de las poetas mujeres llegaba, por lo descripto anteriormente,
hasta Ángela Melim, Ana Cristina Cesar, o Ana C. como le dicen en Brasil,
generación que empieza a publicar en los 60/70. De las poetas de mi antología,
solo se había publicado algo en los 90 de Claudia Roquette-Pinto y de Josely
Vianna Baptista por intermedio de Reynaldo Jiménez. En la cátedra actual, sé
que han leído a Ana Martins Marques y a Annita Costa Malufe, aunque no hay nada
editado en mi país. O sea que salvo Claudia y Josely, cuyos títulos son
inhallables, las demás son inéditas. Sé que en España el editor de Kriller71, Cristobo
-que vivió en Brasil- editó El libro de las semejanzas, de
Ana Martins MarquesAna Martins Marques. Crédito Rodrigo Valente
¿Cuándo surgió la idea o la búsqueda de estas autoras brasileñas?
- Ya desde fines del 2015 comencé a trabajar en la idea de una antología de
poetas brasileñas, con muchas dificultades, no es fácil encontrar libros en
portugués. Realizaba búsquedas infernales por todos los medios digitales de
Brasil, tomaba apuntes, pero todo me llegaba recortado y no lograba desentrañar
el jeroglífico. Empecé incluso a traducir a algunas poetas. En el 2017 se
produjo el milagro, me ofrecieron un trabajo en Río de Janeiro por un año. Al
llegar a esa ciudad, vi a un amigo, Antonio Berto, él trabaja en la librería Travessa
de Ipanema. Le hablé del proyecto, le mostré los datos que había
conseguido. Él me dijo que tenía que conocer al mejor editor de poesía de
Brasil, Jorge Viveiros de Castro, de la editora 7Letras. Me arregló una cita.
Curiosamente, la editora 7Letras quedaba al lado de esa librería, o sea que cinco
minutos después estaba hablando con Jorge. Todo parecía confabularse, ahora sí,
para avanzar con mi proyecto. El conocer a Jorge marcó un antes y un después en
Tejer
& destejer. Él me habló de las poetas más jóvenes, me mostraba
libros. Esta escena se repitió muchas veces en su editorial. Le estoy sumamente
agradecida por el universo que me abrió, también recuerdo con fascinación esos
encuentros, el gozo de descubrir, oler y tocar aquellos libros desconocidos. A
partir de allí empezó una segunda etapa, un trabajo muy engorroso, muy
solitario durante meses, de profunda lectura para la selección. Llevaba un
cuaderno donde anotaba posibles nombres, esa lista se modificaba
permanentemente. Mientras tanto, traducía a algunas, pocas, que ya sabía
inamovibles. Meses después, comenzó una tercera etapa donde leía, sin sosiego,
la obra de las poetas que deseaba traducir. Lo recuerdo como un trabajo muy
minucioso, difícil, al que estaba volcada obsesivamente. Sin embargo, ese año, esa
búsqueda que se estaba gestando, ocupa un lugar luminoso en mi memoria. Meses
después, tenía la mayor parte de las poetas seleccionadas.Josely Vianna Baptista
¿Qué privilegiaste a la hora de elegir a las poetas de Tejer & destejer?
- En un principio, quería seleccionar poetas nacidas entre los 60 y los 70.
O sea, que ya hubiesen publicado, o tuviesen ampliamente definido su oficio
como poetas. También, por supuesto, que tuviesen una voz propia. Con el tiempo,
esta premisa se alteró en parte, no quería dejar afuera a una poeta tan
peculiar como Lu Menezes, o a Josely Vianna Baptista, ambas pertenecen a una
franja etaria diferente. Soñaba con una selección que abarcase poetas de
diversos estados de Brasil. Y, fundamentalmente, quería poéticas muy diversas
entre sí para mostrar ese amplio abanico, esa riqueza que caracteriza al
universo poético brasileño. Luego, llegó el momento de pensar en el prólogo,
sentí que el trabajo se iba a enriquecer mucho más si contactaba a alguna
ensayista brasileña. Inicié otra búsqueda infinita, leí varios ensayos hasta decantarme
por la ensayista y profesora de teoría literaria en la universidad de Santa
Catarina, Susana Scramim. Había leído muchos trabajos de ella, me gustaba su
lucidez, su seriedad, además conocía la obra de muchas de las poetas de Tejer
& destejer. Conseguí su e mail, se entusiasmó y me dijo que
esperaría las vacaciones para poder trabajar en este proyecto. El armado de
esta antología, su entramado, fue una tarea, sin duda, titánica, de años de
gestación, pero estoy orgullosa del resultado conseguido.Lu Menezes
¿Qué diferencia a las poetas de Tejer & destejer? ¿Qué las une?
- Las mujeres que escriben poesía hoy en Brasil son poetas muy formadas,
grandes lectoras todas ellas, de lectura insaciable te diría, que se nutren no
solo de la tradición poética brasileña sino de las tradiciones de todos los
tiempos. Si hablamos de las poéticas de mujeres brasileñas del siglo XX,
debemos destacar que es de una riqueza inconmensurable: desde Cecilia Meireles,
pasando por Olga Savary, Hilda Hilst, Lélia Coelho Frota, Elizabeth Veiga,
Adélia Prado, Lara de Lemos hasta Ana Cristina Cesar -quien ha dejado una marca
indeleble en las actuales-. Todas las poetas de Tejer & destejer
tienen voces muy potentes, muy disímiles e inconfundibles, en ellas se da una
gran expresividad, una densidad existencial, una autoironía y una manera de
decir que no es solo para sí, el poema nos involucra a todas, como colectivo de
nuestro tiempo, aunque esté en primera persona. Creo que las mujeres que están
escribiendo en la actualidad, conforman una de las vertientes más impactantes de
lo que se está produciendo en Brasil. Hablando de lo que las une, Susana
Scramim afirma en el prólogo: “la autora de esta antología eligió poemas
que construyen cierta noción de lo femenino, de la contemporaneidad y del uso
de la lengua materna”. En cuanto a las diferencias, alega: “a todas las diferencian
las preocupaciones que motivan sus escrituras, no los problemas a los que se
enfrentan, por el contrario, los comparten”. “¿Qué es lo que afrontan?”,
escribe Scramim: “Quizá la posición que ocupa el yo en el discurso, y que
implicaría la probabilidad de reflejarse en el otro; lo que resultaría en la
práctica del espejo, no como ejercicio de espejismos, sino como la búsqueda de
los otros que cohabitan la imagen de sí misma y que produce reflexión. Quizá
sea la actitud de escucha”Susana Scramim
¿Traducir a las siete poetas de tu libro entrañó algún tipo de dificultad? ¿Cuál fue la que te dio más trabajo y por qué?
- Traducirlas, para mí, fue un viaje. Cada una de ellas me llevó a parajes
diferentes. No podría decirte cuál fue la que más trabajo me dio porque a cada
una la encaro con la misma obsesión. Traducir poesía conlleva sus riesgos. En
general, no traduzco un poema de una y luego paso a otra, intento traducir
todos los poemas de cada una en un período determinado de tiempo, esto me permite
entrar en su universo, descifrar su ritmo, su tono, sus propias obsesiones, su
atmósfera. Leo cada poema muchas veces, a veces los aprendo de memoria, hago
anotaciones al margen, busco información complementaria de algún dato mencionado,
intento comprender las circunstancias en que la autora escribió ese poema,
habito sus textos, literalmente. Y me obsesiono en mi vida cotidiana con algún
verso al que no puedo encontrarle una vuelta de tuerca. Hago lo que hace un actor
con un guion, lo incorporo, lo atrapo, hablo con otra voz, digo lo ajeno como
si fuese propio. Al traducir desde esta vertiente, no obligada profesionalmente,
sino por pasión, no podría decirte cuál de ellas me ha dado más trabajo, todas
me lo han dado y con creces, algunas por unos motivos, otras por otros, pero
todas han ocupado un espacio inmenso en mi vida mientras las traducía.Annita Costa Malufe
¿La traducción es recreación de un texto y, por lo tanto, no hay ninguno enteramente original?
- La traducción de poesía es un inmenso desafío. Recuerdo décadas atrás
cuando muchos intelectuales se preguntaban si era posible traducir poesía. Un
interrogante bastante arcaico, porque de no traducirla no conoceríamos el
universo de muchos poetas de diversas lenguas a lo largo de los siglos. Antes
dije que traducir poesía conlleva sus riesgos. La poesía se refiere a algo que,
en general, está oculto, oculto incluso de las palabras. Para llegar a traducir
eso que no se dice, hay que valorar la música, el ritmo de ese poema. Al
traducir, sería imposible mantener la poesía de un texto si no se salva su
ritmo, esa característica esencial, imprescindible, de la creación poética. Se
puede hacer una traducción fiel a la forma y al contenido de un poema, pero si
no mantiene el ritmo, está incompleta. A grandes pinceladas podríamos decir que
hay dos tipos de traducciones: por un lado, existe la traducción rigurosamente
literal, que tiene sus trampas, suele matar el espíritu del poema. Por otro, tenemos
lo que entendemos por traducción libre, ésta logra atrapar el espíritu del
poema, aunque puede no ser fiel a lo que expresa el autor. Considero que la
esencia del traducir está en la combinación de estas dos vertientes. Según los
textos, según los autores, voy optando por una actitud u otra.Izabela Leal
Y
ahora, la pregunta del millón: ¿Es conveniente que el traductor sea también
escritor?Simone Brantes. Crédito Caio Meira
- Estamos hablando del traductor de poesía, pienso que sí, que es mejor que sea poeta, o escritor; creo que la mayoría de los poetas/traductores están de acuerdo, algunos coquetean y dicen que no, dan una larguísima explicación y, entrelíneas, se contradicen. Creo que por las herramientas con las que trabaja un traductor -el ritmo, el tono, la atmósfera, el amor por la palabra, la búsqueda de la palabra- se vuelve imprescindible que sea alguien que hace de la palabra, su oficio. Que ame ese oficio. Y si no fuese autor, que sea un lector empedernido, insaciable, de esos que pueden atrapar el aroma de un poema en el aire. Si no se olfatea ese aroma, la traducción no se sostiene. Creo que fue Haroldo de Campos el que dijo que en el traductor coexisten tres condiciones: un conocedor de la lengua de origen y de destino; un crítico literario para analizar las cualidades físicas de la lengua; y un poeta que sepa dinamizar dichas cualidades en el texto de destino. De ahí, en parte, el origen de las dificultades de una traducción.
A continuación, 7 fragmentos de las 7 poetas del libro Tejer & destejer…
Ana Martins Marques
(…)
un camino
áspero, liso
por la piel
(tu lengua
lenta
entre
entra)
mi cuerpo tanto más bonito
junto al tuyo
cóncavas, iguales
nuestras bocas
se
reciben
Annita Costa Malufe
fue el día en que ella dijo
no te reconozco
pero eso era mucho antes
él debía estar aún
allí a lo lejos apoyado
en el marco de la puerta como de
costumbre él
debía estar mirando medio
de lejos como quien observa
un paisaje muy amplio
no le diga eso a ella
creo que pude oír pero
no estoy segura yo no
la reconozco no diga así
(…)
Claudia Roquette-Pinto
En la noche sin remedio,
en el cuarto cansado,
la pareja repite la escena:
se desviste se enlaza
se inclina muellemente entre cubiertas
sobre las partes encubiertas
por los retazos pulidos del día.
Se inclinan sin ruido,
sin sed,
detrás de la cosa ausente
que no se perdió de repente,
(…)
Izabela Leal
(…)
inmersa en una nube de polvo,
tan leve como cualquier galaxia observada
de los millones y millones de quilómetros
que se ahogan en la propia distancia
- aquí y en la orilla derecha del río
por donde veo pasar canoas, barcos con
mujeres viejas y aún
otros barcos y redes -
cierro los ojos con aguja e hilo,
en el muelle ahora, la cuerda,
una zurcida
Josely Vianna Baptista.
…..
y otra vez el sol
como antes
no despunte
en busca de otro sol
alguien se puede perder
abandonando lo humano
para encontrar su dios
- lo mismo que al nacer
le dio un nombre secreto
de su divinidad
perfecto y repleto
…..
Lu Menezes
Los marineros, ellos bordaban.
Por largo tiempo fue pasatiempo
de tan apegados a cordajes, nudos, velámenes, banderas
-sujetos a latigazos neo esclavistas contra los cuales
surgido el XX se debatió el Almirante Negro
que nos legó –atravesado por espada
un corazón – sangrando
entre mariposas
flores pájaros
-titulado
Amor.
Simone Brantes
Aquel día cuando volvíamos
del cementerio
la pequeña sierra y el mar
a grandes sorbos, ahí fuera
la piel se cubría
de azul de sol de maresia
la vida pensaba
es sólo eso
el amor es sólo el hilo
que nos ata
(mientras puede)
a la superficie