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Esos ojos negros. Crédito Gabriela Oyola |
Asunción
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Esos ojos negros. Crédito Gabriela Oyola |
Durante la noche el río se escucha en un
claro murmullo interminable. El río en una oscura noche, como un niño, a la
espera del amor. Dos mujeres en el mismo suelo, en el alto Paraná en el año
1537. Una por parir y otra por morir, como nacen y mueren los pájaros,
conquistando desiertos, mares, selvas.
¿Qué otra cosa dará el teatro sino la
historia? La historia como esas marcas que dejan los animales silvestres, en la
tierra, después de la lluvia. Y el teatro, un animal de la floresta que huele y
se arrima apasionado, creando la historia, mezclada en mitos, con personajes
enormes, pero en la dramaturgia de Ricardo Monti se vuelven singulares,
porosos, corpóreos.
Fluye el río en Asunción, en Irala, en
Doña Blanca, criaturas de la noche, buscando regar la tierra.
Doña Blanca, manceba de Don Pedro de
Mendoza, con su cuerpo enfermo, revuelve el río en lucha de amor y se hace loba
olfateando el cuerpo de Irala. Sigue su pasión por las orillas del río y
arrastra su pregunta: qué hago aquí en el corazón que late oscuro de esta
tierra incógnita.
Asunción, un murmullo en plena noche,
una india cerca de la lluvia, del fuego, pariendo el primer mestizo de la
tierra, hijo de Irala. Irala que como una muralla se anuncia lejano,
calculador, apasionado de poder, desairando el amor de Doña Blanca.
Asunción y Doña Blanca son mujeres
porosas en la dramaturgia de Monti, buscando crear la vida en el centro de la
noche, a punto de trepar el amanecer.
El teatro tiene su sangre que fluye en
la historia, tiene sus murmullos, su propia vegetación, sus animales. El hilo
secreto del teatro de Monti nace en el río, es rocoso, trae todo lo que vive en
su camino con una fuerza poderosa y se vuelve amorpasión.
Apocalipsis
mañana
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Esos ojos negros. Crédito Gabriela Oyola |
Una suave fragancia para siempre dice
Ricardo Monti en Apocalipsis mañana.
Como si el perfume fuese tan intenso que hiciera estallar el envase en miles de
cristales, de formas únicas, casi volviéndose arena, y rozara todas las calles
de una ciudad hasta recoger teatro.
Una ciudad, un país, un pueblo hecho de
ruidosas calles con imágenes inolvidables, que perduran. Las hermanitas Bianca
y Rosie, las más audaces creadoras de crucigramas, inventando palabras cruzadas
desde hace cincuenta años. ¡Revolucionando el género! Pero una palabra central:
Humanidad.
Ver es un acto creativo, que no es
mirar, sino jugar, inventar algo nuevo en medio del camino. Ver es descubrir.
El teatro revela humanidad y nos
descubre en la oscuridad, busca la mirada para quedar ojos con ojos, rodeando
una historia, hechos multitud. Bianca, entre las calles, en medio de una
explosión de luz buscando ver, como los poetas buscan, entre la niebla, a
ciegas, hasta dar con la palabra nueva, esa que no se ha pronunciado todavía.
Toda imagen humana es un poema único y el poeta ve entre multitudes, hay poetas
entre la multitud.
Hay visión.
El teatro es esa multitud intentando ver
en medio de tanta explosión humana. Bianca, entre hogueras, incendios hechos de
ira, después de años de silencio, desde 1945, sale al mundo para ver. Es que el
teatro tiene sus silencios, necesarios, profundos, inquietantes. Que sea el año
2001, que sea la historia argentina el escenario de Bianca, da al teatro
ondulación, movimiento, potencia.
El teatro callejea, se mete en el
tumulto, rompe los silencios y crea la historia. No los hechos, sino las
visiones, lo que el teatro siembra para siempre. Bianca camina entre hogueras
creando la vida, como todas las mujeres de Monti. Rosie ha muerto y la
revelación está en las calles.
Alquimia
Monti
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Esos ojos negros. Crédito Gabriela Oyola |
La poesía es destierro, mudanza hacia sí
misma y hacia el mundo, sobre un camino polvoriento. La poesía es la piel de
las cosas, de los sucesos, transformación permanente.
Es un estado fluyente, una cueva lejana
por donde se escucha la respiración del mundo.
Es esa transformación del viento en
sonido, del sonido en respiración, de la respiración en palabra y de la palabra
en humanidad. Un lento pasaje de estados bellos. Una alquimia del mundo
enriquecida por la mirada.
El teatro es alquimia constante,
convierte al mundo en un espacio de luz donde cada personaje es una piedra de
oro con apariencia rocosa. El teatro es, en un comienzo, en su génesis, en su
semilla, literatura teatral, texto, tejido, es la textura de un camino que el
poeta dramaturgo ha pensado durante noches, días, hasta descubrir cómo el
teatro comienza a vivir.
La dramaturgia en Ricardo Monti es un
lento descubrimiento de imágenes que toman posición, inauguran un lugar y ahí
la vida se revela nueva, luminosa, expresivamente dibujada con su alma.
Su dramaturgia nace en la noche, y a medida que avanzan las horas, al llegar al
amanecer, de paso en paso, sus personajes crecen libremente creándose y creando
un mundo, su mundo, su lugar.
Qué otra cosa puede hacer un poeta que
no sea revelar paraísos, a veces perdidos, demorados, otros destruidos, pero
siempre paraísos novedosos. Alquimia
Monti camina por esos mundos, territorios habitados por seres apasionados,
algunos apasionadamente locos, amorosamente pasionales, otros ansiosos por
apoderarse del poder, otros creando la pasión o muriendo con la pasión a
cuestas. Y en estos mundos únicos, terrenos, poblados de historia argentina,
mujeres alquímicas, transformadoras, valientes, logran dar vida al mundo desde
sus orillas, mujeres hermosamente orilleras, en sus bordes, con voces
auténticas, buscando comprender en medio de la oscuridad, como animales
perdidos en una naturaleza ardiente.
Todo es alquimia en su dramaturgia, es
transformación, inaugura paraísos donde el oro se vuelve roca. No importa el
brillo de los metales sino el desgaste de la piedra cuando el viento sopla y
sopla por siglos, para contarse a sí misma, con su valía, sus cobardías.
Su obra inaugura mitos y allí el mundo
se vuelve original sin abandonar sus viejas historias, la historia de sus
pueblos. El mundo es más mundo con la poesía de Monti y el espacio escénico se
alquimiza, convierte el oro de las palabras en poema, al poema en roca y la
roca en teatro.
Esos ojos negros se representa en el Espacio Callejón los sábados a
las 17,30, incluye Asunción y Apocalipsis mañana,
de Ricardo Monti; y la lectura del texto Alquimia Monti, de
Gabriela Oyola y Eduardo Graham. Elenco: Bernarda Pagés, Camila Grosso y Javier
Medina. Escenografía y vestuario: Mora Canteli. Iluminación: Giorgio
Zamboni. Dirección: Eduardo Graham.