Mi
padre practicaba muchos ritos.
Los
domingos desde muy temprano se iba a ver a Boca, lo hizo hasta que la Puerta
12, cerrada, se llevó la vida de muchos hinchas de Boquita: él y sus amigos se
salvaron por esperar hasta último momento, como hacían siempre, para retirarse
del “gallinero”, cancha de River. A mi papá le gustaba quedarse en la popu
hasta que estuviese vacía, mucho más si se trataba de la Bombonera.
Su
padre lo llevaba a la cancha desde muy peque. El abuelo Renato era de origen genovés, electricista, anarquista
y amante de los pájaros. Tenía la habilidad de curar los granos con que se
alimentaban y les abría las puertas de las jaulas para que volaran en la pieza muy humilde que alquilaban en San
Telmo.
Otros
ritos o costumbres de papá eran subrayar los libros, recortar notas de los
diarios, lustrarse los zapatos, beber whisky... mucho.
Pero
el más importante, sin lugar a dudas, era escuchar La Internacional ¡todos los primero de mayo, como corresponde a un
rojo comunista!
La
hija del rojo comunista, yo, ya con casa y cuarto propios, recibía todos los primero de mayo, muy
temprano, un llamado telefónico: a través del auricular podía escucha La Internacional. Papá rojo comunista
mantuvo este ritual hasta el primero de mayo de 2010. El 2 de mayo de 2010
murió. Tenía 85 años. Antes de entrar al quirófano, me preguntó: “Marcelita, hijita
querida, ¿¿cómo va Boca??” “Va ganando, papá”. Era domingo, creo que no le
mentí.
Papá
quería que lo cremáramos y arrojásemos sus cenizas… Sííí, en la cancha de Boca.
Pulguita
mi hermana, Jorgito Raúl mi hermano y yo, decidimos cumplir su deseo. Y hacia allá
fuimos…
Con
Jorgito Raúl mantuvimos una conversación algo complicada con el empleado de la
funeraria porque el hombre no podía entender que papá no quería ni cruces, ni
cristos en su cajón, mucho menos en su urna. Con su nombre bastaba.
El empleado
nos dijo que no había problema, que ellos también “hacían judíos” (???). “No,
gracias, señor: Maguen David tampoco. Papá era Comunista, Ateo”. “No se
preocupen, a su papá lo vamos a llevar al crematorio de Chacarita en ese coche,
¿lo ven? Es el mismo en el que llevamos
a Mercedes Sosa”. “Gracias, muy amable”.
Jorge
Raúl firmó muchos papeles. Finalmente partimos hacia Chacarita.
Para
nuestra sorpresa, cuando recibimos la urna de madera con las cenizas de papá
nos dieron… ¡una cruz! “¡Gracias!”, dijimos a coro los tres herman@s, y la
devolvimos.
Pero las
sorpresas no terminaron allí. La urna, muy pequeña, liviana, tenía impresa en
letras plateadas el nombre Jorge Raúl. El nombre de mi hermano. Papá rojo
comunista se llamaba Jorge Juan. Varios papeles firmados por Jorge Raúl crearon
confusión, mucha confusión.
A
Jorgito Raúl no le importó, dijo que estaba todo más que bien, que dejaría la
urna, “su” urna, en un estante de su biblioteca para cuando fuera necesario.
Con Pulguita
estuvimos de acuerdo. Y los tres partimos hacia la Bombonera. Una vez allí,
urna en mano, nos detienen en la puerta y amablemente nos invitan a retirarnos.
Nada de cenizas en la cancha. Rápidamente entendieron cuáles eran las intenciones
del trío.
¡Muy
bien! Papá rojo comunista sería arrojado al Riachuelo. A compartir destino
final con muchos compañer@s. Y para mejor, ¡estábamos en La Boca!
Pulguita
no quiso arrojar la urna y Jorgito Raúl tampoco. Ya era suya. Pero acordamos
que el contenido sí iría al río.
Fue
muy complicado abrirla, tuvimos que ir a comprar destornilladores. Así fue cómo
por fin lo logramos.
El
viento traía las cenizas de papá hacia nosotr@s. Quedamos agotad@s. Toda una
Odisea.
Jorge
Juan rojo comunista ateo navega en el Riachuelo al que yo veo cada vez más rojo.