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Maritza Morillas |
Encontrar
belleza en las leyes naturales de la transformación, la generación de vida y el
declive de la humanidad es algo muy relativo.
En mi
percepción de la vida, la estética y la pintura, no es precisamente belleza lo
que mis ojos miran. Sin embargo, al encontrarme con estas imágenes en
mi cotidianidad, éstas van gestando un cúmulo de percepciones
que me atraen y que voy seleccionando, y van reclamando un significado más
relevante: que a pesar de su devastadora condición, hay en ella una línea de
perfección, simetría o asimetría que la embellece.
La
transformación es sublime, y en los paisajes decadentes en donde la materia se
degrada suceden cosas insospechadas.
Esta invasión de materias, colores, luces y sombras, tal vez sean paisajes que quisiéramos no mirar. Y nunca estar en uno de ellos, en donde podamos sentir y sumergirnos en los hedores que de ellos emanan. Sin embargo, eso somos, es lo que generamos. Es algo que quisiéramos olvidar, pero es la consecuencia de una supervivencia mal entendida que ahí está, dispuesta a ganar terreno y a tragarnos en su inmensidad.
Ahí, en medio
de la montaña, ellos nos sobreviven (los animales) sobrevolando el terreno,
buscando alimento, integrándose a este nuevo paisaje que les hemos heredado.
Sin proponérselo, estos magníficos seres nos darán esa belleza que tanto
anhelamos.
Así escribe en su blog Maritza Morillas (1969), uno/a de los/as más grandes artistas
mexicanos/as de la actualidad, nacida en Ciudad de México, donde tiene su
taller. Allí la entrevistó la inconformista crítica Avelina Lésper para su ciclo El Milenio visto por el Arte. En la
entrevista, que se puede ver a continuación, MM, actualmente profesora en
la Universidad Nacional de Arte Contemporáneo de México, da sucinta cuenta de
su biografía, de la motivación de los temas que elige para pintar -donde se
reiteran cadáveres de animales y de humanos en cuadros sombríos y alucinantes-,
opina sobre "esta sociedad depredadora en la que vivimos", a la
observa con "realismo fatalista". Morillas ha creado fuerte imágenes
que cuestionan la industria alimentaria y, por cierto, los femicidios en Ciudad
Juárez.
Un lado más divertido y colorido de su obra, donde
se dedica a objetos de uso en la vida cotidiana, son sus vajillas de peltre esmaltadas
(jarras, platos, azucareras, cubiertos) cuyo diseño alude a rasgos de la
cultura mexicana, a su amor por los gatos, a refranes y otros guiños que
revelan su sentido del humor. Como para equilibrar su incomodadora negrura
pictórica...