Por Yanina Gruden
Shakespeare es -sin lugar a dudas- el dramaturgo que ha creado los personajes femeninos más fascinantes de la era isabelina. Lo que nos llega hasta hoy de sus contemporáneos son obras escritas por hombres para hombres. Si bien es cierto que hasta 1660 las mujeres en Inglaterra tenían prohibido subirse al escenario y los boys actors se desempeñaban en personajes femeninos, transformándose en reinas, duquesas y nodrizas, Shakespeare nos dejó un legado de asombrosas heroínas plenas de inteligencia, emoción y sensibilidad. En números anteriores me animé a escribir sobre la sensual Titania de Sueño de una noche de verano y sobre la travestida todopoderosa Rosalinda de Como gustéis. En esta ocasión, intentaré homenajear a los personajes femeninos de Noche de Reyes y, en especial, a la encantadora, enigmática, sobreviviente Viola.
Le dedico estos párrafos a un maestro y director muy querido, Julio Ordano, quien me enseñó a amar los clásicos y el buen decir de los textos, con toda la profundidad de mi voz.
Ellen Terry como Viola
Noche de epifanía o lo
que vos quieras
Noche de Reyes se cree que fue escrita entre 1601-1602 y hasta la actualidad sigue siendo una de sus comedias más admiradas y más representadas en todo el mundo. A menudo se la considera la comedia más fina y más madura del Bardo. Es la última de las llamadas comedias románticas isabelinas, compuesta al final del reinado de Isabel, y posiblemente una de las más exitosas comedias de crossdressing (Como Gustéis, Los dos Caballeros de Verona, El Mercader de Venecia). Se ha vuelto interesante en su debate crítico gracias a su dramatización de temas tan vigentes como el género y la sexualidad. Ha sido considerada como la última de las comedias felices de Shakespeare, incluso como el adiós del dramaturgo a la comedia.
Como el título original lo indica, las doce noches -Twelfth Night- evoca la celebración de Reyes. Sin embargo, los acontecimientos de la obra no transcurren en esa noche de epifanía. El escenario es Iliria, en la antigua Albania. Una ciudad célebre por albergar piratas. El Duque Orsino está enamorado de la condesa Olivia, pero el hermano de Olivia acaba de morir y ésta ha decidido guardarle luto, encerrándose durante siete años. Paralelamente, un barco que llevaba a los hermanos gemelos Viola y Sebastián naufraga en las costas de la misma localidad. Al llegar a Iliria, creyendo que su hermano ha muerto, Viola decide travestirse y adopta el nombre de Cesario para ponerse al servicio del duque Orsino, de quien se enamora perdidamente a primera vista, sin que a él se le despierte la menor sospecha.
Noche de reyes. Viola-Imogen Stubbs-
y Olivia- Helena Bohanm Carter
Acto seguido, Orsino
envía a Viola a declarar su amor a Olivia. Sin embargo, Olivia rechaza al duque
y se enamora de su mensajero Cesario (es decir, de Viola disfrazada). Mientras
tanto, en la casa de la condesa Olivia se produce un gran malentendido entre
pretendientes y bufones. El bufón y María, la doncella de Olivia, engañan al
mayordomo, Malvolio, haciéndole creer que Olivia está enamorada de él. María le
enviará a Malvolio cartas de amor de parte de la condesa. El ingenuo Malvolio
cae en la trampa y se comporta de manera ridícula, obedeciendo las absurdas
indicaciones de las cartas (entre ellas, lucir medias amarillas), lo cual
celebran los demás conjurados con María. Además, el tío de Olivia, Sir Toby
Belch, convence a un tal Sir Andrew para que corteje a su sobrina, pero la
aparición del joven Cesario arruina sus planes.
Por tal motivo, Sir Andrew prepara con el tío de Olivia una trampa para batirse a duelo con Cesario y así ganarse el amor de la condesa. Por otro lado, Sebastián, a quien creíamos muerto, se ha salvado del naufragio con la ayuda de Antonio, pero al llegar a Iliria se desencuentran. En consecuencia, Antonio, creyendo que la afrenta de Sir Andrew contra Cesario es contra Sebastián, interviene en el duelo y es arrestado. Sir Toby y Sir Andrew se encuentran con Sebastián y lo acechan. Pero creyendo que se trata de Cesario, Olivia interviene a su favor. Varios personajes de la casa de Olivia lo confunden con Cesario, incluida la propia Olivia, que le hace acompañarle. Sebastián piensa que están todos locos, pero como le gusta Olivia le lleva la corriente, hasta el punto de que accede a casarse con ella en secreto.
National Theatre. Noche de reyes.
Curtis Brown como Viola
Llega el desenlace: los protagonistas se encuentran y al final cada oveja
acaba con su pareja. Por fin los dos hermanos se reconocen y Viola confiesa que
es una mujer, entonces el Duque Orsino comprende todas las insinuaciones de
amor que había percibido de parte de Cesario y se enamora de Viola. Antonio es
liberado y el taciturno Malvolio, que había sido encerrado por loco, también es
libre de nuevo al aclararse la broma contra él. La obra termina con la triple
boda de Sebastián con Olivia, Orsino con Viola y María, la doncella de Olivia,
con Sir Toby.
Podríamos decir que en Noche de Reyes todas las primeras comedias de Shakespeare son citadas y llevadas al extremo: la confusión de gemelos, el deseo, el amor, el exilio. Esta obra lleva al máximo el espíritu estrafalario de Lo que quieras, como su segundo título: casi todos los personajes son delirantes y están a disposición del juego espontáneo, sin muchas reflexiones.
Como mencionamos anteriormente, a Noche de Reyes le sigue el título Lo que quieras. Shakespeare, con este gesto deja la responsabilidad al público: el “tú” en “lo que quieras” está dirigido directamente a nosotros, espectadores y lectores, y puede ser leído auto una referencia a encontrar su propio título. Podríamos decir que el espectador hace el papel de coprotagonista. La comedia invita al público con un grado inusual de complicidad a la acción principal, primero en la trama respecto del disfraz de Viola, luego en los engaños que recibe Malvolio, animándonos a unirnos a la compañía de los conspiradores escondidos en los árboles o burlándose de este personaje en el cuarto oscuro. Al elegir al espectador como coprotagonista de los hechos, la comedia también cuestiona la ética de la participación del público, obligándolo a ser agudamente y, a veces, incómodamente consciente de su propia participación. Los placeres del espectador de Noche de Reyes, por lo tanto, no son del todo placeres sencillos. En la risa del público se encuentra la benevolente diversión ante las debilidades humanas que parece tener transacciones más oscuras en juego. Los espectadores isabelinos, en ese momento, habrían estado particularmente interesados en los temas y luchas sociales más oscuros de la obra, como las relaciones de clase. Al final, en la canción del epílogo, el clown Feste dice: y nos esforzaremos por complacerte todos los días. La obra posiciona al espectador en primer plano no solo como intérprete, sino también como objeto de investigación. Hace explícita una pregunta que recorre toda la obra: ¿quién es el verdadero tonto? Y nos advierte del peligro de hacer el ridículo a través de la interpretación, incluida la propia interpretación de lo que sería la Noche de Reyes en sí.
Por otra parte, Noche de Reyes se presenta como una obra de misterio. Provoca la tentación, como dice Orsino, de destapar el libro de su alma secreta. Viola como Cesario le da pistas a Olivia, a Orsino y al público: no soy quien actúo, soy otra persona. Noche de Reyes profesa repetidamente su propio secreto: el secreto de Viola como doncella, como el alma secreta de Orsino o la promesa de silencio del capitán, evocan la idea de la búsqueda del tesoro escondido. En consecuencia, gran parte de las acciones de esta pieza se retoma con el intento de descifrar textos impenetrables (Cartas), cuerpos (Viola), corazones (Orsino, Olivia, Cesario) y eventos (María, Feste, Malviolio, Sir Toby). Es un juego de interpretación.
Noche de Reinas
Es imposible leer o ver Noche de Reyes sin percibir el papel indispensable que desempeñan las mujeres en la acción: Viola travestida intentando sobrevivir en un espacio que le resulta totalmente ajeno; Olivia haciéndose cargo del condado ella sola tras la muerte de su hermano y, posteriormente, intentando conquistar a Cesario-Viola; y por último, tenemos a María, que cuida de Olivia y de Sir Toby, el tío irresponsable de la condesa, y, a su vez, planifica las bromas a Malvolio para darle una lección por su mal carácter. Sin importar las clases sociales -Olvia, como condesa, María, como sirvienta y Viola, como soldado-, las tres son capaces de cambiar sus destinos y llevar la acción de la obra a lo que creen más conveniente para sus vidas y para la de los demás.
Olivia, la condesa de las pasiones
Olivia
La condesa Olivia
sorprende por su autoridad y por su arbitrariedad erótica. Olivia ha perdido a
su hermano y la consume una gran melancolía. Ha decidido resguardarse en el
luto y no recibir pretendientes. Ciertamente, el duelo por su hermano muerto es
auténtico, pero también le sirve como defensa contra las constantes peticiones
de Orsino. Su duelo desaparece cuando conoce a Cesario y se enamora a primera
vista, creyendo que es un hombre. Entonces Olivia inmediatamente vuelve a la
vida. Este momento es retratado de manera inolvidable en el primer acto, cuando
Olivia le muestra su retrato a Cesario (Viola). De forma seductora y juguetona,
ella le hace ver el cuadro como en una especie de vernissage. Le dice: “Mire
usted señor, tal yo era este presente. ¿No está bien hecho?” Allí, Olivia, sin
sacarse el velo, se revela ante Viola y se da a conocer en su mayor intimidad,
en la subjetividad privada que tiene un retrato, y a la vez, muestra cómo se
veía ella antes de su duelo. Olivia pasa a interpretar su propio retrato: “Tal
yo era este presente”, es decir, así era como me veía en el momento en que se
pintó el retrato. Hay una cierta conmoción en la imagen de hablar y respirar de
Olivia, ya que está exhibiendo precisamente el hecho de que ella todavía está
viva y su hermano ya no.
Phoebe Mercedes como Olivia
El discurso roto de
Olivia plantea el tema de la representación de las pasiones en la comedia, una
de las cuestiones prevalecientes de la obra. La pasión no solo entendida como
simple pasión, sino también como afectación o perturbación. Esta noción aparece
ocho veces en la obra con distintos sinónimos: fuego, fiebre, voluntad,
etcétera. La pasión de Olivia por Cesario (Viola) es tan desmedida que no
controla su vocabulario y sus acciones a la hora de hablar sobre él/ella o a la
hora de conquistarlo/la. La pasión de Olivia no es tanto una exposición, en
tono de farsa, de la arbitrariedad de la identidad sexual, sino más bien una
revelación de que la pasión madura femenina puede alcanzar su plenitud con otra
mujer. Shakespeare califica de manera compleja nuestras certidumbres más
convencionales en cuanto a la identidad sexual.
Helen Mirren
Viola: “Nunca trates de
decir tu amor”
Muchos especialistas coinciden en que la gran creación humana de la obra es Viola, prototipo del personaje femenino que se hace pasar por hombre y que da pie a equívocos sexuales encadenados: es deseada por una mujer mientras que ella desea a un hombre, el cual desea a la mujer. Viola en pleno naufragio cree perder a su hermano y al llegar a las costas de Iliria se hace pasar por hombre para servirle a Orsino, de quien se enamora perdidamente. Así Viola como Cesario, obligada a disimular sus propios sentimientos hacia Orsino, está llamada a simular los de su patrón ante Olivia, lo que hace con excesivo énfasis, poniendo así en duda la sinceridad de su fuente. Olivia está justificadamente poco impresionada por esta actuación pero, invitada a corresponder a la pasión de Orsino, lo hace, pero hacia el mismo Cesario. Viola, por seguir su propia farsa, tiene prohibido esclarecer sus sentimientos. Su disfraz de muchacho opera no como una liberación, sino meramente como una manera de ocultarse en una situación difícil. Su vocabulario tiene el espectro más amplio de la obra, puesto que variará su lenguaje según los caprichos de los discursos de los demás. Por este motivo, Shakespeare mantiene a Viola, en esta obra de los enigmas, como el mayor enigma de esta comedia. Si hay en esta Noche de reyes una verdadera voz del sentimiento, tiene que ser la de ella, pero rara vez la escuchamos porque está al servicio de los demás. Todos parecen amar en la obra, o al menos todos parecen pretender a alguien, pero ella pretende en silencio. Quizás sea Viola la que ame más sinceramente de todos los personajes. Ama a Orsino a primera vista, pero se esconde porque sabe que no puede elegir. Es sumisa en la superficie, pero inteligentemente se confiesa indirectamente ante el duque: “Yo sé muy bien hasta dónde puede llegar el amor de una mujer. En realidad, las mujeres tienen el corazón tan sincero como nosotros. Mi padre tenía una hija que amaba a un hombre tanto como yo, por ejemplo, si fuese mujer, podría amar a vuestra señoría”.
Phoebe Mercedes Fox como Olivia y
Curtis Brown como Viola
Los primeros pensamientos de Viola están dedicados a su hermano, sugiriendo
la prioridad del duelo como fuerza motivadora de su decisión de travestirse. El
tema del doble encuentra toda su expresión en la relación entre Viola y
Sebastián. Noche de Reyes es la segunda obra de Shakespeare con
gemelos, y la primera y única con gemelos de distinto sexo. La inclusión de
gemelos de diferente sexo multiplica exponencialmente la confusión de género e
introduce una nueva motivación psicológica para el travestismo de Viola: a
diferencia de las comedias anteriores, Viola ni se cruza por amor ni ya está
enamorada cuando decide cambiar de género; ella se disfraza para mantener vivo
a su hermano. Como Cesario deja de parecerse simplemente a Sebastián, para
convertirse en él, no es simplemente su gemela sino que es su alter ego. Esto
último explica también la sorprendente facilidad con que Sebastián sustituye a
Cesario en el cariño de Olivia. Cesario es un punto de convergencia de
identidad entre Viola y Sebastián. Viola como Cesario es un espacio vacío en el
que otros proyectan sus deseos y sus propias ansiedades de identidad.
En definitiva, el personaje de Viola es puro coraje, sensibilidad y magnetismo para todos los otros personajes que la rodean. Su pulsión vital hace revivir hasta a los más melancólicos. Orsino y Olivia languidecen hasta que del mar sale una figura ambigua "que puede cantar alto y bajo", que eventualmente se convierte en hombre para Olivia y en mujer para Orsino. El travestismo de Viola ofrece un desafío a las simples nociones de binaridad, poniendo en tela de juicio las categorías de femenino y masculino, ya sean consideradas biológicas o culturales. En efecto, el travestismo de Viola cuestiona todas las distinciones y oposiciones categóricas, creando un espacio de posibilidad que estructura y confunde la cultura: el elemento disruptivo que interviene no solo poniendo en crisis no solo las categorías de lo masculino y lo femenino, sino la noción misma de categoría.