Textos de Felisa Pinto, y la colaboración de Amalia Sato en el diseño de la nota
Rafael Alberti (1902-1999)
María Teresa León (1903-1988)
1. Exilio de los Alberti
Rafael Alberti y María Teresa León llegaron a la Argentina inmediatamente después del final de la Guerra Civil Española. Luego de un breve paso por África del Norte, se instalaron en nuestro país con el solo capital de un grupo de buenos amigos, y el talento de ambos.
2. Punta del Este. Uruguay. Cantegril
“Cantegril, Cantegril,
Canta un grillo para mí [...]”
“¡Los nombres! Feos y vulgares, casi todos. O los mismos de cualquier parte. Nombres, más bien, para calles o avenidas de la gran urbe.”
“Un benteveo grita, despistado, a una caserita: -Yo nací en Pine Beach. (ha querido decir Pain Bich). ¿Y tú?
-Yo, en Miami Parck. (Maiami, si la caserita supiera algo de inglés). Soy socia del Country Club. ¿Quieres tomar el té conmigo? Voy a un chalet que se llama Waikiki.”
“- Pues yo - tercia un chingolo -, os acompañaría, si alguien no me esperara en Edy Gril.
- ¡Cantegril, hombre, por favor!” - corrige el benteveo.
- Cantegril, sí- cierra un oculto gorrión que los escucha-.El nombre más gracioso y fácilmente pronunciable entre todos los imposibles de Punta del Este”.
La generosidad de alguno de esos amigos les permitió conocer las playas de Uruguay. Punta del Este los deslumbró y quedaron definitivamente enamorados del lugar. La península le traía a Alberti el recuerdo conmovido del Puerto de Santa María de su entonces distante Cádiz. Enseguida concibieron la idea - en aquel momento un sueño - de tener allí una casa de verano.
Y fue en un terreno de Cantegril, el nuevo habitat de bosque integrado al mar, creado por el argentino Mauricio Litman, en lo que ahora es la Parada 15 de la Playa Mansa, donde se levantaría la casa.
3. María Teresa León. La dama duende.
Recuerda la hija de ambos, Aitana, en un testimonio publicado en el libro Al Este de la Historia, de Silvia Pisani y Diego Fisher: “Una película fue justamente la que les proporcionó el dinero necesario para comprar el terreno en el cual edificaron luego la casa. Mi padre la bautizó con el nombre de una de sus más exitosas obras de teatro La Gallarda. La actriz argentina descendiente de gallegos, Delia Garcés, junto al director Luis Saslavsky encargaron a mi madre la realización del guión de la película La dama duende que se filmó en la Argentina. Se trataba de una adaptación de una obra de Calderón de la Barca en la que se incluyeron poemas de papá que resultó un verdadero éxito que recorrió toda América”.
[Agregamos que Ma Teresa, también había trabajado en el guión de “Los ojos más lindos del mundo” (1943), basada en la obra de Jean Sarment, también dirigida por Saslavsky. Y en el guión de “El gran amor de Bécquer” (1946), con Alberto de Zavalía en la dirección.]
4. El cuarto de trabajo. El mural de Cândido Portinari.
“La Gallarda” se mantiene intacta hoy. Exhibe la celebrada estética del arquitecto catalán, también exiliado, Antonio Bonet. En el fondo del jardín existe todavía la pequeña habitación donde Alberti se refugiaba para escribir sus Poemas de Punta del Este y para pintar obras, retomando su vieja vocación plástica, a las que llamaba liricografías.
“Representar gráficamente el ritmo cambiante, musical, que me sugería la acentuación de cada palabra, dándome por resultado una como sobresaltada composición lineal, muy parecida al zigzagueo de un electrocardiograma.(...) volver a la experimentación de los colores y la línea, entremezclados con la palabra: liricografías, liricogramas (...)
“Celda clara de cal, el techo azul, ventanal alargado, abierto a las acacias y los pinos. Tres metros por dos son ya casi un palacio.”
El pintor Cândido Portinari pintó un gran mural en una de las paredes de la casa.
“Vino Cándido de Montevideo, después de una anterior visita a La Gallarda, dispuesto a quedarse el tiempo necesario para realizar su promesa. Traía ya dibujadas en un papel las figuras que iba a dejar, nueva familia para siempre, en la pared verde arveja del salón [...] Pintó Cándido, durante siete días, tenaz, alegre, pulcro, con un dominio de experimentado maestro, abriéndome al fin en mi salón un ventanal de luz, de vivo aire transparente. Y desde entonces, a toda hora, en la más íntima del almuerzo o la cena, en la lectura o el poema imprevisto, me acompaña, mirándome una madre de pueblo arrodillada - falda casi pantalón a cuadros verdes menta y marrones - sobre un suelo de losas encendidas, llevando a hombros el suave peso doloroso de un niño, pendiente del pálido azul de sus dedos un pez con tornasoles de oro”.
5. Enrico Gras y el cortometraje ¨Pupila al viento” con las voces de Rafael y María Teresa
“Pupila al viento
Sola,
En la noche,
En el día
Vieja rosa mecánica sin sueño,
Vigía.”
[Enrico Gras (1919-1981). Cineasta italiano. Para su film "Pupila al viento", cortometraje experimental (1949, 15 minutos) - ambientado en el Faro de Punta del Este, con música de Julián Bautista, otro exiliado español - Alberti leyó en dúo alternado con María Teresa León las palabras “sintónicas” que escribió para acompañar las imágenes].
Aquí va el link para conocer este hallazgo:
6. Atilio Rossi cómplice. Una nueva estética afín a los Alberti
[Atilio Rossi (1909-1994) Exiliado por el fascismo, llegó a Buenos Aires en 1935, y regresó a Milán en 1950. Director artístico e ilustrador de Editorial Losada, desde su fundación 1938. Maestro en tipografía, dibujante, pintor, diseñador.
Buenos Aires en tinta china (1951), un libro compuesto por poemas de Alberti y un centenar de dibujos paisajísticos del artista italiano fue editado primero por Losada, con un prólogo de Jorge Luis Borges].
Dice Rafael:
“Como si por primera vez te viera y me vieras, yo que apenas te veo, yo que apenas salgo de mi calle Las Heras, hoy por ti me paseo, y te descubro nueva capital argentina, recién nacido al viento del mundo en tinta china.”
“El canto, con el libro, ciudad. Aquí termina, Verso y línea se unieron para ti en tinta china. A. Rossi hizo el dibujo y R.Alberti el cantar. Si nos olvidan, nuestro no será el olvidar.”
[Recomendamos: “La trayectoria de Atilio Rossi en los albores del diseño editorial moderno en Argentina (1935-1950)” en la revista digital CAIANA, N°12, 2018].
Chic. Memorias eclécticas, Felisa Pinto, Lumen /Narrativa, Penguin Random House, Buenos Aires, 2022.
7. Totoral. Las veladas sagradas y profanas con los Alberti
Totoral es un pueblo en el norte de Córdoba sobre la ruta 9, es decir en el antiguo Camino Real al Alto Perú. [...] A la casa de mis abuelos la había hecho construir en 1905 don Federico Wienert, que había sido designado cónsul de Alemania en la provincia de Tucumán en 1895.Esa es la casa que compró mi abuelo, Antonio Rusiñol [...] Eran famosos los debates sobre temas sagrados y profanos, plenos de vitalidad y humor, con los huéspedes “rojos” de Rodolfo Aráoz Alfaro, secretario y apoderado del Partido Comunista argentino y dueño de la casa de enfrente. Por esas polémicas lúdicas, la casa de mis abuelos fue rebautizada, irónicamente, “El Vaticano”, y la de los Aráoz Alfaro, “El Kremlin”.
Mis padres eran amigos de los Aráoz Alfaro desde chicos y volvieron a frecuentarse en los veranos. Varios artistas e intelectuales, todos comunistas, frecuentaban la casa de Rodolfo. Sin haber oído hablar de El capital ni de Marx ni de Gramsci, al igual que mi entorno cercano, yo afinaba mi oído para no perder una palabra de lo que los habitués del “Kremlin” decían en sus charlas y tertulias politizadas, donde confluían Sarita Jorge, María Rosa Oliver, los Córdova Iturburu, Rafael Alberti y María Teresa León, Pablo Neruda y León Felipe -quienes pasaron allí largos meses-, Tono Salazar y Carmela, su mujer, Deodoro Roca, Raúl González Tuñón, Amparo Mom, Mario Bravo, Rodolfo Ghioldi, Celia y Ernesto Guevara (padre), Pedro López Lagar y Margarita Xirgu. Como escribió Rodolfo en sus memorias, ambas casas estaban unidas por una corriente de complicidad natural.
[...] Rafael Alberti llegó al “Kremlin” con su mujer, María Teresa León, y su hija Aitana -casi albina de tan rubia-a principios de los años cuarenta, luego de la derrota de la Segunda República. [...] A los niños del “Kremlin” y del “Vaticano”, Rafael nos hacía por igual helados de crema rusa, un guiño cómplice que le encantaba repetir. La máquina de hacer helados era rudimentaria y pertenecía a Capello, el heladero callejero de Totoral. María Teresa, en cambio, nos enseñaba villancicos españoles a los del “Vaticano”, que cantábamos en el callejón compartido. “Si Totoral me quiere recordar, que planten un árbol en mi memoria”, escribió Rafael. Y así fue. En la plaza todavía existe una encina que lo recuerda.