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Alfredo Prada / Museo de Altamira. |
Hoy
sabemos que tanto los últimos homínidos como las primeras poblaciones de Homo utilizaron y crearon herramientas
de madera, piedra y hueso. También que los neandertales de hace unos 100.000
años y los humanos “anatómicamente modernos” del Levante elaboraron
herramientas de piedra con características similares.
Dataciones
recientes indican que algunas manifestaciones de “arte no figurativo”
encontradas en cuevas como La Pasiega (Puente Viesgo, Cantabria) serían
anteriores a la llegada de nuestra especie a la Cornisa Cantábrica. En otras
palabras, que habrían sido realizadas por neandertales.
De
hecho, algunos autores hablan de una posible “tarea docente” de los
neandertales, mejor adaptados a las condiciones de vida en Europa, hacia las
poblaciones de Homo sapiens llegados
a nuestro continente desde África. Basan su afirmación en la coexistencia de
restos en niveles arqueológicos comunes. Pero esa labor pedagógica no parece
que se diera para transmitir conocimientos matemáticos,
unas capacidades cognitivas que no se atribuyen a los neandertales.
Es
razonable pensar que los humanos del Paleolítico Superior europeo sentirían la
necesidad de contar objetos y sucesos. Por ejemplo, el paso del tiempo en días
o incluso en meses lunares. Estas repeticiones constantes pudieron constituir
las primeras motivaciones contables de nuestros antepasados, como ya adelantaba
Nilsson en 1920.
Pero
no hay que asumir que los Homo sapiens,
surgidos en África hace unos 200.000 años, desarrollaron estas habilidades
artísticas al llegar a Europa hace 40.000 años. Tampoco que la autoría del arte
prehistórico deba atribuirse, como las imágenes de los libros dedicados al tema
parecen asumir, a artistas varones.
En
2010 bautizamos como conjetura Zaslavsky
a estas dos perspectivas, en honor de la etnomatemática norteamericana Claudia
Zaslavsky, que completó la interpretación del hueso Ishango.
Esta
pieza de 10,2 cm de largo fue encontrada en las proximidades del lago Eduardo
(África central) y hoy está depositada en el Instituto Real de Ciencias
Naturales de Bruselas (Bélgica). Presenta 168 incisiones transversales
dispuestas en diferentes agrupaciones, separadas entre sí a lo largo de tres
columnas.
Si
desarrollamos en un plano la superficie cilíndrica del hueso, en la primera
columna de la izquierda encontramos 11, 13, 17 y 19 muescas. En la columna
central, 3, 6, 4, 8, 10, 5, 5 y 7 muescas. Finalmente, en la columna de la
derecha aparecen 11, 21, 19 y 9 muescas.
En
dos de las columnas hay 60 muescas y en la tercera hay 48. Como 60 + 60 + 48 =
168, es decir, 6 veces 28, Zaslavsky se preguntó si no podría tratarse de un
recuento de seis ciclos menstruales, de modo que quizá la decoración del hueso
fuese obra de una mujer y, por tanto, que las primeras matemáticas de la historia fueran mujeres.
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Colgante de Enfer |
Una gran colección de muescas
Esta
hipótesis podría aceptarse si existieran suficientes piezas complementarias que
la corroboraran, y la región franco-cantábrica aporta varios elementos en ese
camino.
Un
colgante de unos 30.000 años, encontrado en Gorge d’Enfer (Francia), presenta
muescas en paralelo en sus bordes. Estas se interrumpen por la rotura de la
pieza, tanto en la cabeza de colgadura como en la parte inferior, pero parece
presentar unas 60 incisiones.
El
colgante de Morín (Cantabria) está grabado con una serie armónica de unas 30
muescas transversales en paralelo, que contornean el objeto. En Las Caldas
(Asturias) se encontró un incisivo de caballo perforado que, de acuerdo con
Corchón, muestra 30 (11+13+6) incisiones cortas en los bordes.
En
los estratos K y L de La Garma (Cantabria) se encontraron dos caninos de
ciervo, perforados en la zona central de la raíz y decorados con parecidas
muescas horizontales, cortas y paralelas, que parecen sumar entre 28 y 30. Otro
canino de ciervo, encontrado en Altamira por Breuil y Obermaier en las
excavaciones de 1924-1925, tendría, según Álvarez Fernández, exactamente 28
incisiones de este tipo.
La
conjetura Zaslavsky encuentra su
mayor apoyo no en estas evidencias individuales, sino en un conjunto de cuatro
pequeñas placas. Estas, encontradas juntas en Altamira, fueron hechas con hueso
hioides de caballo durante la época Solutrense, hace unos 18.500 años.
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Dibujo del colgante de Morín |
Las
cuatro tienen una forma casi rectangular y están perforadas en uno de los
extremos, a modo de colgante único para adorno personal. Aunque las piezas
están deterioradas, presentan una decoración análoga de muescas cortas y
paralelas en los bordes que, por la información que proporciona su estado
actual, podrían haber contabilizado en torno a 30 incisiones, según la
consideración que se le quiera atribuir a las diferentes marcas.
La
importancia de esas 30 incisiones se debe a su coincidencia con el número de
días (29,5) del mes lunar, así como con el del menstruo femenino (unos 28). La
persona que hizo las piezas puso la misma decoración para todas ellas y repitió
el mismo motivo, tanto en el recuento de los trazos como en la correspondencia
uno a uno entre los grupos de 30 trazos. En suma, aunque la decoración quedó
inconclusa, nos encontramos ante la que probablemente sea la primera (y, quizá,
única) colección del Paleolítico concebida como unidad de expresión simbólica
de 8 grupos de unas 30 marcas.
Estos
hallazgos plantean nuevas preguntas. ¿Se habría querido contabilizar la
duración de un embarazo? ¿Se querrían haber representado ocho meses a contar
desde la primera falta?
¿A
qué varón solutrense le habría resultado relevante preparar estas piezas y
realizar este recuento? ¿Habrán sido hombres, prioritariamente, como la
iconografía generalizada sugiere, los autores de las manifestaciones de arte
parietal y mobiliar que se conservan?
Serias
dudas se nos plantean al respecto. Menos dudas nos quedan ya sobre si Claudia
Zaslavsky tenía razón. Altamira es nombre de mujer… y matemática, también.
Sobre el autor
Francisco A. González Redondo, Profesor Titular de Historia de la
Ciencia, Universidad Complutense de Madrid.
La conjetura Zaslavsky: ¿y si los
primeros ‘matemáticos’ fueron mujeres? fue tomado del sitio Mujeres con ciencia.