¿De qué te reís? Algunas canalladas en el Mundial

Por Silvina Quintans

Hace un par de mundiales, Néstor Fernando Penovi, el cuarentón que hizo repetir una frase procaz a una adolescente rusa,  hubiera sido festejado como el piola, el macho, el líder de la manada, el pícaro del barrio, el canchero, el langa, el exponente de esa dudosa “virtud” argenta definida como “viveza criolla”. Pero aquel humor machista y xenófobo,  que alguna vez pobló las pantallas del prime time, hoy quedó confinado a algunos reductos en los que sobreviven  códigos paleolíticos. Salvo lamentables excepciones, quedan pocos espacios que aún sostengan en público  esta clase de “joditas”. El viejo orden va cayendo, y aquello que alguna vez se protegía bajo el laxo paraguas del “humor”, hoy produce repudio generalizado. “Asco”, fue la palabra que utilizó el propio Penovi al pedir disculpas por su actitud, días después de que se viralizara su video.

Para quienes desconozcan la anécdota, Penovi, un comerciante de Wilde de 47 años que había llegado con un grupo de amigos a Rusia, instó a una adolescente rusa a repetir una frase de contenido sexual sin que ella comprendiera lo que decía. El remate es el rostro satisfecho de Penovi y una exclamación: “¡Muy bien, hermosa!”. [i]

Pocos días después, se conocieron los casos de otros dos hinchas que se grabaron en la misma actitud. Claudio Fitterer (Bahía Blanca) y Marcelo Génova (Córdoba) también aprovecharon la brecha idiomática para hacer decir obscenidades a mujeres que desconocían el contenido de lo que repetían.

En todos los casos, las autoridades reaccionaron con rapidez. El Ministerio de Seguridad identificó a los hinchas, la ministra Patricia Bullrich divulgó las identidades a través de su cuenta de Twitter, e instó al gobierno ruso a quitar la fan ID para impedirles el ingreso a las canchas. La Embajada Rusa, en el caso de Penovi, emitió un duro comunicado donde se manifestaba indignada por el “disparate obsceno y ofensivo” e instaba al hincha a pedir disculpas públicamente[ii].  El protagonista del episodio regresó días después a la Argentina y pidió disculpas “a todos” en el aeropuerto.   

La muchacha rusa subió a su cuenta de Instagram un mensaje maduro y sin rencores: “¡Argentina! ¡Los amo! ¡Lo que pasó no estuvo bien, pero no voy a juzgar a su país por solo una mala persona! ¡Son todos muy amables! Estoy muy contenta de recibir sus mensajes. ¡Gracias! Y por favor, no pierdan fe en su país. ¡Argentina tiene todas las chances de continuar participando en la Copa del Mundo! Seguiré apoyando a Argentina tanto como a Rusia”.[iii]

En el caso de Marcelo Génova, gerente de Konecta, la empresa le aplicó una suspensión preventiva a través de un comunicado: “(Su accionar) no refleja nuestros principios, ni las políticas de igualdad de género y antidiscriminatorias que promovemos. Su forma de proceder dista mucho de la filosofía que cultivamos y proclamamos en nuestra empresa, cuya dotación de más de 6.000 colaboradores está integrada en un 75 por ciento por mujeres”.

Las redes sociales funcionaron como caja de resonancia de estos videos caseros y demostraron que el humor social ha cambiado. Mientras en otras ocasiones se minimizaban estas expresiones con la excusa del animus iocandi –“una jodita”-, esta vez les costó la estadía en el Mundial, el empleo, y un amplio rechazo que se expresó a través de los usuarios de redes.

El mismo comportamiento machista se registró entre algunos hinchas de Brasil[iv], México[v] y Colombia, a los que se suman dos periodistas de Paraguay[vi] que hicieron repetir a una muchacha asiática palabras en guaraní.

En todos los casos, los victimarios fueron hombres de mediana edad y holgada posición económica, y las víctimas fueron mujeres jóvenes y atractivas, rusas o asiáticas, que no comprendían español, portugués o guaraní, según el caso. La “broma” consistía en hacerlas repetir frases con contenido sexual para compartirlas con sus grupos de pertenencia. Cuando los videos destinados a grupos de amigos se filtraron en las redes sociales, se generó una amplia corriente de rechazo.

Colisionan así dos mundos paralelos: la creciente conciencia de los derechos de las mujeres, y los resabios de un “humor” que insiste en degradarlas. Los grupos donde se comparten viejos códigos machistas siguen existiendo, por allí circula este material que todavía es festejado por hombres que añoran los tiempos en los que podían festejar estas “avivadas”  entre codazos y risotadas. Muchos de ellos se quejan porque “con las feminazis ya no se puede decir nada” o porque “las minas ya no te bancan ni un chiste”. 

Los grupos de whatsapp, los encuentros futbolísticos, los vestuarios, las reuniones masculinas, funcionan como vías de escape de aquello que es rechazado en otros ambientes. Allí todavía puede resultar gracioso hacer circular fotos hot de una exnovia, fanfarronear con el levante del día, o hacer repetir a una joven extranjera frases de alto voltaje sexual.  Como si se tratara de los últimos corcoveos de un dinosaurio al borde de la extinción, hay grupos donde estos códigos persisten, y el Mundial, encuentro que muchos aún ven como un bastión de resistencia masculina, se convierte en ámbito de descarga.

Si de autoafirmarse como machos se trata, allí está el institucional de TyC Sports con su burda mofa de la homosexualidad. Un “humor” rudimentario y pegajoso que juguetea con el apellido del primer mandatario ruso “Putin”, con la lógica de un estudiante de primaria. El spot debió ser levantado previo pedido de disculpas de la empresa tanto a la comunidad LGBT, como a la Embajada de Rusia. [vii]

El Mundial y las mujeres tienen una larga y conflictiva relación. Un evento en el que siempre se nos ha invisibilizado, denostado o ninguneado: desde las publicidades que exaltan con voz ampulosa una gesta de hombres, hasta los chistes sobre “brujas” que en vez de quedarse calladas tienen el tupé de comentar el partido, o la mirada torva frente a cualquier participación femenina.  

Si se habla de mujeres en los mundiales,  es para exaltar los atributos de alguna hincha vistosa que salta de las tribunas a la contratapa de alguna revista. Hay que destacar, sin embargo, que cada vez son más las mujeres interesadas en el futbol  y que las periodistas deportivas van ganando espacio a fuerza de trabajo y profesionalismo.

El Mundial alberga la fantasía masculina de territorio de conquistas, no solo deportivas. Aquello que el hombre común no puede concretar en la vida cotidiana, tiene su oportunidad durante los burbujeantes días del mundial: la pasión azota las tribunas, y en la calle se lanzan como conquistadores,  sin temor al ridículo.

Algo de esta fantasía circuló hace un mes cuando la AFA difundió un bochornoso manual para seducir a las chicas rusas. El texto fue sacado de circulación, aunque a la luz de lo que sucedió en estos días, tal vez no estuviera de más recordar a los donjuanes que viajaron a Rusia que las mujeres somos personas. [viii]

"A las chicas rusas no les gusta que las vean como objetos. Muchos hombres, porque las mujeres rusas son hermosas, solamente quieren llevarlas a la cama. Tal vez ellas también lo quieran, pero son personas que quieren sentirse importantes y únicas. El consejo es tratar a la mujer que está frente a ti como alguien de valor, con sus propias ideas y deseos".

También hubiera sido útil este párrafo:

"No hagas estúpidas preguntas sobre sexo. Para los rusos el sexo es algo muy privado y no se discute sobre el tema en público"

La sensación es contradictoria: por una parte, la desazón ante la proliferación de videos, publicidades  y mensajes machistas. Por otra, la esperanza ante el amplio repudio social que han recibido, con el protagonismo de las redes sociales.  

Los paradigmas van cambiando gracias a la concientización que está realizando el Movimiento de Mujeres en todo el mundo. El 3 de junio de 2015, un año después del Mundial de Brasil, surgía en la Argentina el movimiento Ni Una Menos.  A nivel mundial, iniciativas como #MeToo o #TimesUp en Estados Unidos, #BalanceTonPorc en Francia, #YoTeCreo en España (a propósito del caso de La Manada) han amplificado el repudio al acoso y violencia hacia las mujeres.  

La cultura está cambiando, y el humor forma parte de esa cultura. Lo que antes era festejado en horario central en televisión abierta, hoy es rechazado. Hace apenas unas semanas, el conductor televisivo Mariano Iudica y sus compañeros  obligaron a Pía Shaw, única mujer del equipo, a besarlos por la fuerza. El episodio fue presentado en el piso como una “broma”,  pero luego, ante la enérgica condena en redes sociales, Iudica se vio obligado a pedir disculpas: "Me toca corregir cosas,  y bienvenida sea la educación para la nueva comunicación con respecto a los roles del hombre y la mujer al aire y en vivo, para los que crecimos con ese humor". [ix]

Ese “humor” ocupó –y aún ocupa- el prime time de la televisión argentina, aunque ya no cuenta con la impunidad de otros tiempos. Durante años Videomatch envió a sus humoristas a los mundiales para burlarse de la gente en la calle. Recomiendo a lectoras y lectores de esta nota que vean los videos que referimos aquí, tomados por enviados del programa de Tinelli al Mundial de Alemania 2006,  y que se pregunten si todavía –si es que alguna vez lo hicieron- les causan gracia las “ocurrencias” del cómico de turno[x].  Estas “joditas” eran frecuentes hasta hace poco en la televisión abierta [xi][xii]

La burla al extranjero implica un desprecio por el que no habla el mismo idioma y la cobardía de quien se escuda en palabras que el interlocutor no puede comprender. Toda una paradoja,  porque son los propios noteros quienes deberían ser burlados por su ignorancia. No hablar el idioma del país anfitrión no es  una virtud de la que uno pueda jactarse, en todo caso es una carencia que se resuelve estudiando, o tratando con respeto aquello que se desconoce. La ignorancia no es una virtud.

Durante años, la televisión argentina pagó a sus enviados para hacer gala de su necedad. Estos programas contribuyeron a forjar la dudosa identidad del “piola” o “canchero”,  y a cimentar la ignorancia y el desprecio hacia todo aquello que es diferente. Argentinidad al palo o imbecilidad al palo.

Pero algo ha cambiado: pocos se siguen riendo de ese humor xenófobo y sexista.   “Soy de otra generación”, decía Penovi mientras se disculpaba. La edad no justifica la estupidez ni la maldad, pero nos queda la esperanza de que cada vez haya más conciencia, en nuevas y viejas generaciones, de que no se puede hacer humor a costa de la dignidad de las personas.